Grandes Reportajes de RFI

"Grandes reportajes de RFI", un programa que permite, detrás de las noticias, explorar un tema, un lugar, una problemática. Con nuestros reporteros en el mundo entero.

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    As Suwayda, la 'Pequeña Venezuela' de Siria

    Siria está viviendo un periodo de transición inédito tras la caída en diciembre pasado del régimen de Bachar Al Asad. Comunidades de todo el país se regocijan, incluida una muy peculiar ubicada en el sur de Siria. La ciudad de As Suwayda es apodada "La Pequeña Venezuela" y se cree que la mitad de la población tiene vínculos con el país latinoamericano.

    Carmelinda Rouslan expone con orgullo unas banderitas hechas en macramé. Tienen tres estrellas rojas y una banda verde. Bajo el régimen de Bachar Al Asad estaban prohibidas porque eran las de la Revolución. Ahora se ven en todas partes, como en su tienda de artesanías de la ciudad de As Suwayda.  “Es una nueva vida para nosotros. Tenemos mucha esperanza”, dice.

    Rouslan emplea en su tienda a varias mujeres. Tejen carteras, fabrican accesorios, y hasta muñecos con trajes típicos de los llaneros venezolanos. Según ella, es la mejor forma de sacarlas adelante dada la situación económica siria, muy golpeada por 14 años de guerra civil.

    “Todas estas mujeres están trabajando. No es simple porque la economía está en retroceso, con precios altos. Tienen mantener a su familia. Me parece muy valiente. Antes de reconstruir las casas y los edificios, hay debemos reconstruirnos a nosotros mismos”, dice a RFI. 

    Leer tambiénA un mes de la caída de Bashar el Asad, temores y esperanzas de una nueva era

    Carmelinda Rouslan nació en Caroca, Venezuela, pero vive en Siria, el país de sus padres, desde los 14 años.

    En una mezcla de español y árabe, cuenta que muchos de sus clientes son venezolanos, pues en esta ciudad a 100 kilómetros al sur de Damasco, residen decenas de miles de sirios venezolanos. “Venezuela sigue en nuestro corazón”, se exclama.

    "Hay harina pan pero es cara"

    En esta ciudad todo el mundo tiene alguna tía o algún primo en Venezuela. Un historiador local explicó a RFI que en los años 50 muchos habitantes de As Suwayda emigraron al país suramericano en busca de un futuro mejor, para trabajar en la agricultura y en las minas de oro.

    Otros se fueron tras el golpe de Estado de Hafez Al Asad, padre de Bachar, en la década de los 70,  y empezaron a trabajar el sector petrolero venezolano. Luego, regresaron a Siria.

    En el centro de la ciudad se encuentra el restaurante Enab – Uva en español-. Ahí se reúnen cada mes las integrantes del grupo de amistad Siria Venezuela. Las recibe Sawsan Almaaz, dueña del establecimiento y venezolana también. 

     “Cuando los clientes nos piden comida venezolana la podemos preparar pero de resto es comida árabe. Hacemos arepas si el cliente las pide. Hay harina pan pero es cara. La harina de maíz es importada. El Gobierno anterior ponía muchos impuestos y Los productos importados costaban tres veces. Ahora ya bajo un poco”, detalla Almaaz.

    El sabor cambió en este restaurante desde el 8 de diciembre de 2024, cuando grupos rebeldes derrocaron al gobierno de la dinastía Al Asad. 

    “Hay mucha alegría y paz”, asegura. “Tuvimos más de 14 años guerra y estuvimos 54 años bajo el mismo mando, bajo un régimen de mano fuerte. Mucha gente llevaba años sin volver. El hijo de una amiga se fue hace 14 años. El día que cayó el gobierno, al día siguiente ese joven volvió”.

    "Mucha gente se fue para Venezuela por la guerra"

    En los años 2000 el gobierno venezolano empezó a estrechar lazos con el gobierno de Al Asad. Entonces, la ciudad de As Suwayda ya no solo fue llamada La Negra –por el color del subsuelo- también la apodaron “La Peque­ña Venezuela”.

    “Cuando Chávez estaba vivo, él vino a As Suwayda”, recuerda Aida Hadefi, dueña de una farmacéutica. “Él mismo puso la primera piedra del club venezolano de la ciudad. La mitad de los habitantes son venezolanos por nacimiento o migración. Otros tienen hijos o nietos venezolanos. Por ejemplo, mi papá y mi mamá se fueron en barco a Venezuela. Yo nací en El Tigre. Luego estudié en Siria y volví a Venezuela. Tuve mis hijos allá y son venezolanos. Venezuela es nuestra tierra madre”.

    Un momento decisivo en esta historia de ires y venires entre Siria y América Latina fue la guerra civil de 2011 y la brutal represión del presidente Bachar Al Asad, que desató una ola sin precedentes de exiliados, y no solo de activistas políticos. 

    “Por culpa de él, mucha gente emigró”, dice Hadefi. “Mucha gente se fue para Venezuela, en su mayoría desde As Suwayda”.

    Más de un mes después de la caída del régimen, la fiesta no se acaba en Siria. Todas estas señoras guardan la esperanza de un mejor país para sus hijos.  “Nosotros ya somos mayores, pero ahora pienso en el futuro de mis hijos y de mis nietos: que Siria logre levantarse y sea mejor que antes”, ruega.

    As Suwayda resistió hasta el final de Al Asad. Fue de las pocas que continuó manifestando a diario contra el régimen, sin derramar sangre.  Los muros de sus calles exhiben los eslóganes de la libertad y por toda la ciudad se escucha el himno de la nueva Siria: “Levanta la cabeza, eres un sirio libre”.

    20 January 2025, 6:02 pm
  • 14 minutes 27 seconds
    Los primeros 30 días tras la caída de Bashar al Asad en Siria

    Mientras la comunidad internacional decide si levanta o no las sanciones a Siria, la población se organiza en estos primeros días sin una dictadura que duró más de 50 años. La reconstrucción de la economía, la búsqueda de los desaparecidos y la esperanza de las minorías, son los temas que más preocupan. Poco más de 30 días después de la caída de Bashar el Asad, RFI ha estado en Damasco, Alepo e Idlib recogiendo los testimonios de la transición siria.

    Desde Damasco con nuestro enviado especial Joan Cabasés Vega

    La mañana del 8 de diciembre de 2024, el dictador sirio Bashar al Asad decidió que era el momento de huir de Siria. Y lo hizo tal y como se había mantenido en el poder durante 14 años de guerra civil: de espaldas a su propia población y con la ayuda de sus aliados.

    Un Mercedes negro y blindado en una base militar rusa suponía el último rastro del presidente sirio en su país natal.

    Los hombres de Hayat Tahrir al Sham habían completado una ofensiva fugaz y sorprendente. En menos de dos semanas, habían salido del enclave que gobiernan en el noroeste del país y se habían hecho sucesivamente con Alepo, Hama y Homs, algunas de las principales ciudades en Siria. Cuando alcanzaron el Palacio Presidencial, miles de sirios -tanto dentro como fuera del territorio- estaban preparados para celebrarlo.

    El mismo día que al Asad partió de Siria, multitud de sirios refugiados en el vecino Líbano se acercaron a la frontera. Sentían curiosidad y entusiasmo y, como a Fadi, Khaled, o Adham, les brillaban los ojos cuando hablaban de regresar a casa.

    “Es la primera vez que voy a ver a mis familiares, a mis amigos, a mi hogar. Voy a ver la tierra de mi país. Voy a ver mi aldea, a la que me han prohibido acceder durante 13 años de vida”, indicaba Fadi, quien había estado refugiado en Líbano al igual que Khaled, que decía con emoción: “¡por supuesto! Todos los sirios estamos contentos porque ahora somos libres de nuestro Gobierno”.

    “La verdad es que nosotros como individuos de una sociedad, estamos todos igualmente felices. La felicidad de la victoria por supuesto”, aseguraba Adham, que se encontraba con ellos.

    La búsqueda en Sednaya

    En el interior de Siria, la caída de 54 años de dictadura supuso un cataclismo. Miles de familias se dirigieron a las cárceles del país para buscar sus seres queridos desaparecidos durante la guerra civil.

    Más de 100.000 sirios están en paradero desconocido desde hace años, y se cree que el Gobierno desapareció a muchos de ellos. La huida de al Asad y de sus funcionarios permitió a los nuevos líderes la apertura de las celdas y civiles de todo el país acudieron en busca de respuestas a la cárcel de Sednaya, la más temida de Siria.

    Ahmed Burkani, de unos 45 años, buscaba a su hermano pequeño. Burkani habló con RFI a las puertas de Sednaya solo tres días después de la fuga de al Asad.

    “Lo sometieron a torturas y se lo llevaron aquí, a Sednaya. Han pasado ya 11 años. En ese momento era solo un niño de 14 años de edad y nunca supimos nada más de él. Hemos venido aquí a preguntar, pero no hemos conseguido nada”, indicó.

    Civiles sin constancia de que sus familiares hubieran sido jamás detenidos en Sednaya se desplazaban a la prisión. Como Raja Abdelrahouf, quien también echa en falta a su hermano. “He venido aquí a buscar a mi hermano. Lo he estado buscando sin parar durante tres días. Lo he buscado en todos los hospitales y no lo he encontrado. 10 días atrás oímos su nombre. Alguien dijo que mi hermano estaba vivo. Pero hemos venido aquí a buscarlo y no lo hemos encontrado”.

    Se cree que en Sednaya había miles de presos, pero cuando abrieron las puertas, los islamistas solo se encontraron con 300 detenidos. Ello ha dado lugar a conjeturas sobre posibles ejecuciones masivas y traslado de cuerpos justo antes de la caída del Gobierno.

    Abdelrahouf ya no sabe dónde buscar a su hermano y, entre lágrimas, pide ayuda al mundo. “Juro por Dios que no he dejado ningún hospital sin supervisar. Llevo tres días sin parar. Lo pido a todos los Gobiernos. Somos un pueblo al que ha sufrido muchas injusticias. Nos han tratado muy mal. Nos han tratado muy, muy mal. Pido a todos los Gobiernos que nos ayudan a buscar a nuestros niños”.

    Grupos como Amnistía Internacional calificaron la cárcel de Sednaya como un “matadero humano”. Fuentes médicas locales aseguran a RFI que sus celdas de 5 x 5 solían encerrar más de 100 presos al mismo tiempo. La cárcel, ubicada en medio de la nada a media hora de Damasco, es todo hodor y oscuridad.

    Su apertura también ha liberado los archivos del centro penitenciario. Familias enteras, con personas mayores y niños pequeños, se arrodillan por los rincones mugrientos de la prisión para leer estos documentos y buscar cualquier dato sobre sus desaparecidos.

    Algunos de estos registros recogen los nombres de los presos muertos o ejecutados en la cárcel de Sednaya. Multitudes escuchan con inquietud la lectura en alto de estas listas negras.

    Más de 300 kms al norte de Sednaya, los residentes de Alepo aún tratan de hacerse a la idea que Bashar al Asad forma parte de la historia. La mayor ciudad de Siria ha sido el escenario de algunos de los peores episodios de la guerra civil. Como en 2016, cuando la alianza entre al Asad y la Rusia de Vladimir Putin bombardeó Alepo para arrebatar la ciudad de fuerzas hostiles al Gobierno. Human Rights Watch llegó a denunciar crímenes de guerra y el sitio contra varios distritos del municipio.

    Hoy, el zoco que se extiende a los pies de la ciudadela presenta una enorme destrucción y barrios enteros resultan indistinguibles. En los callejones que siguen en pie, algunos mercaderes abren sus pequeños negocios. Aseguran que la llegada de las fuerzas rebeldes a Alepo -al comienzo de diciembre- les hizo temer el retorno de las bombas de al Asad y de Putin.

    “Cuando entraron en Alepo, y teniendo en cuenta los bombardeos que han ocurrido aquí en el pasado, nos asustamos muchísimo. Dos días después, cuando supimos que Hayat Tahrir al Sham y el resto de fuerzas rebeldes se habían desplazado a Hama, nos sentimos aliviados porque supimos que no habría bombardeos en Alepo. Pero al comienzo estábamos aterrados por el recuerdo de los que nos pasó al comienzo de la guerra” señaló Hadi, un vendedor en Alepo.

    El Gobierno de al Asad metió el miedo en el cuerpo de la sociedad civil mediante la mano de hierro. Algunos de los comerciantes con quienes Hadi comparte esquina en el zoco de Alepo han sido torturados. Es el propio Abu Jihad, de unos 55 años, el que se acerca a los micrófonos de RFI para denunciar su paso por las celdas. “Nos dieron una cálida bienvenida con palizas e insultos. Me pusieron en una celda de 3x3 en la que estábamos 25 personas. Lo juro”.

    Abu Jihad asegura que estuvo 90 días encarcelado, que le hicieron pasar frías madrugadas de invierno al raso completamente desnudo. Y que a veces, le negaban el acceso al baño durante días, haciendo que se tuviera que orinar sobre sí mismo.

    Historias de vejación como la que sufrió Abu Jihad no son difíciles de encontrar en Siria.

    La incertidumbre de la transición

    La transición desde un poder hacia otro con lleva incertidumbre. Durante los primeros días tras la fuga del presidente, la alegría general por la caída del Gobierno supera con creces las dudas sobre lo que está por venir.

    Pero existe un territorio que supone una posible mirada al futuro a lo que le espera a Siria. Se trata de Idlib, el enclave contrario a al Asad -en el noroeste del país- donde los islamistas de Hayat Tahrir el Sham gobiernan desde 2017. Lo hacen mediante un Gobierno de Salvación que ahora extienden al resto del país. El reto es mayúsculo: Idlib es una sociedad más conservadora y menos diversa que otros territorios en Siria.

     

    Hamza Kidah, residente de Idlib, ha sido parte del Gobierno local y confía que el proyecto triunfe ahora a nivel nacional. “El experimento político en Idlib ha sido exitoso. Quienes pudieron llevar a cabo este proyecto empezando desde la nada, podrán, si Dios quiere, aplicar el Gobierno de Salvación sobre todo Siria. Eso es lo que esperamos”.

    Hamza Kidah también indicó que “tras la formación de este Gobierno en Idlib en 2017, se pudieron implementar ahí servicios básicos a pesar de las débiles capacidades de la administración local. Todo ello se hizo a pesar de que Idlib estaba sitiado por los enemigos, de que era atacado por el régimen de al Asad y de estar económicamente boicoteado”.

    En las calles de Idlib, donde cuesta ver mujeres con los cabellos al viento, es fácil encontrar vecinos, como Abdelrahman, que lamentan las condiciones que sufría la población civil bajo el Gobierno de al Asad. “Nosotros sabemos cómo la población que vivía bajo el régimen de al Asad sufría una vida miserable. Han ido a la carcel, han sufrido injusticia, han sufrido la falta de libertad de expresión. Aquí, nosotros hemos vivido cómodamente en libertad”, indicó.

    Con los pies descalzos sobre la alfombra del interior de la mezquita, Omar reconoce que Idlib no es el cielo. Pero asegura que el territorio, de mayoría musulmana suní como todo Siria, disfruta de convivencia entre distintos grupos religiosos. “Durante los tiempos del régimen, había opresión y humillación. Había mucha humillación. Ahora, en Idlib, no te digo que no se cometen errores, pero lo más importante ahora es que gracias a Dios tenemos seguridad, tenemos justicia, y todo el mundo tiene sus derechos. Nosotros somos musulmanes suníes, pero aquí vivimos todos juntos los cristianos, los armenios, los alauitas, y convivimos todas las nacionalidades. No sabemos nada de racismo ni de divisiones. Esto no los quiso imponer el cerdo de al Asad”, señaló.

    Lejos de consideraciones sectarias, uno de los objetivos del Gobierno interino -liderado por Ahmed al Sharaa- es el impulso económico. Las nuevas autoridades en Siria se esfuerzan en decir y hacer aquello que suene bien en los oídos occidentales. El levantamiento de las sanciones internacionales que pesan sobre el país aligeraría la gestión de Gobierno.

    “Lo más difícil es la economía. El trabajo no da bastante salario para comprar…”, dice Mohamed Khair al Ghabra, vendedor de perfumes en el mercado de Damasco, quien desea una Siria que salga de la depresión económica. Asegura que mucha gente del país no gana lo bastante para ir al mercado. Y sueña con el regreso de los turistas. “Realmente hace mucho tiempo que no hemos visto ningún turista. Aunque a veces algunos turistas venían a Siria, y cuando los veíamos nos sentimos como ‘oh, Dios mío’, los habíamos echado de menos” contó.

    Los turistas no llegan todavía a Siria, pero el fin del Gobierno de al Asad ya se percibe en el negocio familiar de los al Ghabra. Por delante de la perfumería damascena se pasean civiles sirios llegados desde territorios del país, como Idlib, antes divididos de la capital a causa del conflicto. Ahora, explican, tienen la esperanza que el mundo le pierda el miedo a Siria.

    13 January 2025, 12:19 pm
  • 18 minutes 40 seconds
    Los 'cholets', el chalet del cholo próspero, invaden El Alto

    Reportaje desde El Alto sobre los 'cholets', un término que fusiona 'cholo' (mestizo) y la palabra francesa 'chalet' (casa de campo). Estas edificaciones destacan por sus coloridas fachadas y figuras tridimensionales, que incluyen robots, superhéroes como Iron Man, la Estatua de la Libertad y, próximamente, la Torre Eiffel. De nuestra corresponsal en Bolivia, Gabriela Orozco.

    La fiesta de 15 años de Candy se celebra en el salón Dubai, ubicado en el "Crucero de los Andes", un edificio de 12 pisos en la ciudad de El Alto. "El ambiente de este cholet es excelente", comenta Giovanna, una de las invitadas. A ella le parece "extravagante" el lugar, pero al mismo tiempo reconoce que "es algo nuevo y es bonito probar lo nuevo".

    Las fiestas que se realizan en los cholets pueden prolongarse durante cuatro días, por ejemplo las de matrimonio, cuenta el dueño de este edificio, Víctor Choque. "El primer día, el viernes, es el tema de la preparación y la logística; el segundo, el sábado, la boda como tal; el domingo, el conteo de los regalos, y el lunes, el cuarto día, la entrega del salón", explica Choque.

    En estas fiestas también se baila una mezcla de música folclórica con tecno, tradición con modernidad, igual que la decoración interior y exterior del "cholet"’, término que junta la palabra "cholo", que quiere decir mestizo, y "chalet", casa familiar montañesa en francés.

    Cholet robot, Iron Man, Messi, Estatua de la Libertad…

    Las fachadas de estas construcciones, además de coloridas, pueden llegar a ser excéntricas con figuras tridimensionales como robots, Transformers o superhéroes modernos como Iron Man. También las hay con monumentos famosos como la Estatua de la Libertad e incluso hay un cholet que tiene en su frontis un platillo volador. Uno de estos cholets, llamado "Messi", exhibe en su fachada una enorme camiseta del "10" argentino. Estas edificaciones, algunas de hasta más de diez pisos, contrastan con las modestas viviendas de El Alto, mayormente construidas de ladrillo, sin pintar, para pagar menos impuestos.

    El cholet Crucero de los Andes, también conocido como el Titanic Andino y que pronto también será un hotel, tiene en la cúspide un barco que funciona como restaurante. Su propietario, Víctor Choque, dice que inicialmente iba a hacer construir un avión en la parte más alta, pero confiesa que tuvo "algunos inconvenientes, entre otros, que invadimos espacio aéreo de los vecinos con las alas".

    Víctor Choque asegura además que optaron por el barco porque éste evoca al mar que Bolivia no tiene. "Nosotros decimos que estamos en un mar de ladrillos en el día y en un mar de estrellas o luces en la noche, porque es impresionante ver el atardecer hacia las 6:30 p.m. Es impresionante cómo las luciérnagas comienzan a encenderse. Es un momento maravilloso", afirma.

    Cholet París inspirado en las Olimpiadas 

    Otra novedad, aunque con algunas diferencias de estilo y forma, es el proyectado Cholet París, una construcción que llevará en su fachada y en toda la estructura nada menos que a la Torre Eiffel. El arquitecto Erwin Chura es el líder de este proyecto encomendado por una próspera madre y su hijo, que tuvieron la idea de construirlo antes de las Olimpiadas de París, idea que se afianzó con la fastuosidad y diversidad mostrada en los Juegos Olímpicos.

    Además de la emblemática torre, los dueños quieren que el ambiente parisino se refleje en el interior del edificio, mostrando el lujo y la elegancia de las galerías comerciales en la planta baja con la presencia de tiendas de productos exclusivos.

    El arquitecto Freddy Mamani, impulsor de los cholets en El Alto desde hace más de 20 años, dice que se hace un rescate de la milenaria cultura andina en la modernidad. "Esta arquitectura tiene una filosofía, un espíritu, es vida, es movimiento. Yo llevo los colores para rescatar la cosmovisión andina", dice.

    En su opinión, sus cholets tienen el sello de la arquitectura que se conoce como "neoandina", su marca registrada, y que ha cruzado fronteras porque sus palacios andinos han sido construidos en Perú, Brasil e incluso hubo una exposición con una réplica del ambiente interior del cholet en un salón de la Fundación Cartier en París en 2018.

    ¿Son auténticamente andinos los cholets?

    Sin embargo, para el arquitecto Daniel Contreras este estilo no representa al mundo andino y obedece más bien a una mezcla de nociones antiguas con modernas, por ejemplo, las molduras en las paredes. Esta es una línea muy europea que a comienzos del siglo XX representaba estatus en Bolivia y que ahora comparten escena con elementos nuevos de la cultura occidental.

    Son una serie de nuevos conceptos que aparecen vía internet, la televisión, la televisión por cable y un deseo de diferenciarse del otro con el objeto más rimbombante. Por eso algunos pondrán la Estatua de la Libertad y otros, la Torre Eiffel.

    Habrían ya más de 300 cholets en El Alto. La construcción de uno de estos edificios de diez pisos o más se estima entre medio y 1 millón de dólares, aunque los más grandes podrían superar estas sumas.

    Según el analista social Carlos Toranzo, uno de los principales estudiosos de las burguesías cholas en Bolivia, los propietarios son empresarios populares del sector del transporte interdepartamental e internacional, pero también del comercio que importan productos como electrodomésticos, telas y otros bienes de consumo desde China y Estados Unidos y que compiten entre sí para demostrar quién tiene más poder económico.

    En pocas palabras, los cholets responderían a las necesidades de la sociedad de El Alto. Sin embargo, algunos arquitectos como Daniel Contreras también se cuestionan su falta de funcionalidad.

    "Los cholets no están prestando mucha atención a lo funcional. La excusa es decir: 'Así lo pidió el cliente'. En esencia, se trata de ganar altura. Es decir, el cholet es un chalet puesto en el último piso del edificio. Esa es la denominación cholet. Y después vino la idea de forrar el edificio para que tú levantes la vista y termines viendo el chalet de arriba. Así fue que empezó a tomar mucha fuerza todo el revestimiento de la forma de la torre".

    Prioridad a la apariencia, no a la funcionalidad

    Para el creador de los cholets, Freddy Mamani, la funcionalidad sí existe, pero está acorde con las características de la población alteña.

    "Es funcional de acuerdo con su sociedad. Creo que la gente que viene de la Academia no ha entendido esto. Pienso que esta arquitectura se ha adaptado a esta cultura. Se ajusta perfectamente a sus necesidades y al día a día de esta sociedad", precisa.

    Los cholets son tanto casas particulares como negocios de sus dueños. Puede haber críticas a su funcionalidad, su estética de colores llamativos y formas geométricas diversas, la disposición de los pisos —que incluyen la vivienda de los propietarios en el último nivel o en medio de la construcción—, o la concentración de múltiples actividades comerciales en un solo edificio.

    En resumen, pueden decirse muchas cosas. Lo que sí es evidente es que los cholets son un fiel reflejo de lo que son sus propietarios: monarcas de pequeños palacios y mini-emporios brillantes de El Alto. Esta ciudad, fundada hace apenas 39 años, pasó de ser un conglomerado de migrantes indígenas aymaras provenientes del campo a una urbe pujante.

    ¿El resultado? El surgimiento de una burguesía chola emergente e imparable. 

    16 December 2024, 3:03 pm
  • 14 minutes 50 seconds
    Valencia, un tsunami a tres bandas

    La noche del 29 de octubre de 2024, una riada de fuerza descomunal, producto del fenómeno meteorológico conocido como DANA o Gota Fría, arrasó con una decena de municipios de la región de Valencia, España. Los invitamos a escuchar el reportaje de nuestra enviada especial a cubrir la catástrofe, Angélica Pérez (con la colaboración de Pauline Gleize de la redacción Medio Ambiente de RFI y Luis Velasco del diario El País). 

    Esta es la historia de un tsunami a tres bandas. Primero, la riada o crecida de los ríos que el 29 de octubre de 2024 arrastró consigo pueblos enteros al sur de la ciudad de Valencia. Enseguida, la marea humana solidaria que inundó a las comunidades devastadas paliando la ausencia oficial. Y, finalmente, el terremoto social y político desatado por la caótica gestión del gobierno regional para hacer frente a la catástrofe.

    La riada

    “Nadie nos avisó”. "Las alertas telefónicas sonaron cuando ya teníamos el agua al cuello”. “Nos han dejado solos”. Dolor e ira se desprenden de los testimonios de cada sobreviviente y damnificado de la riada.  

    La primera vez que escuchamos estas frases fue un día después de la catástrofe dentro de los albergues que se improvisaron en Valencia para recibir a cientos de siniestrados. Estaban en chock. Muchos habían pasado más de diez horas, en plena noche, trepados en las plantas altas de sus casas, los tejados o en cualquier artefacto que les permitiera escapar a la inundación.

    Agradecían estar vivos. Pero tenían la sombra de la muerte pegada a su memoria.

    “Casi morimos ahogados. Un vecino murió delante de nosotros. Nuestros animalitos también murieron. No pudimos salvarlos. Ver cómo lo pierdes todo en segundos. Y ver que tienes la muerte a tus pies...”, la voz de Mari Carmen Rodríguez se ahoga entre las lágrimas. Ella y su marido Pepe son dos pensionados pobres del municipio de Manises. 

    Escuche el reportaje en versión audio:

    José Stiwart Camacho, otro sobreviviente, también recuerda que “en cosa de segundos el agua subió un metro y medio de altura”. Este obrero de la construcción pasó 16 horas trepado a unas plataformas en el municipio de Sedaví antes de ser rescatado. Durante toda la noche vio pasar bajos sus pies innumerables vehículos, muebles y electrodomésticos arrastrados por la furia del rio desbordado por efecto de una Dana descomunal.      

    Todos afirman que las alertas sonaron cuando ya tenían el agua al cuello – y no se trata de una figura literaria-. Un recuerdo que martilla el relato de los habitantes de los municipios devastados, algunos a menos de diez minutos en tren de la capital valenciana, pero cortados del mundo con la riada. 

    La marea humana

    Jueves 31 de octubre. Alfafar. Para llegar desde Valencia a este municipio, uno de los más devastados, hay que caminar cerca de una hora sobre la carrilera del tren, suspendido por las inundaciones. Y, sin embargo, Alfafar está a apenas a cinco kilómetros de la ciudad capital. 

    Algunas personas que van a pie cargan agua y víveres. Son amigos, familiares y espontáneos que, por iniciativa propia, aprovisionan a los damnificados de este municipio.

    Al llegar a Alfafar, el paisaje es apocalíptico. Se diría que un tsunami al revés sepultó a su gente entre el barro, el caos y el olvido.

    “Llevo dos días limpiando solo. Nadie ha venido a ayudarme”, se lamenta con resignación enfurecida Francis Frau mientras barre kilos de lodo. El agua arrancó ventanas y puertas de su casa y destruyó completamente la planta baja. Lo mismo ocurrió con los primeros pisos del casco histórico, muchos eran comercios.

    Sólo los relatos macabros, dantescos y desgarradores de los habitantes dan una dimensión a esta tragedia que no fue anunciada a la población, aunque los expertos habían lanzado la alerta con suficiente antelación.

    “En la calle la gente se agarraba a los árboles. Se oían gritos de auxilio. Con los vecinos tratábamos de ayudarlos con cuerdas, pero estaban muy lejos. No pudimos. Hay personas que no sabemos dónde están. Y no llegó la ayuda sino hasta las cinco de la madrugada. Llevamos dos días sin luz ni agua”, relata Natalia Morinelli. Lleva horas esperando en la fila la llegada de la ayuda humanitaria     

    La cólera y el sentimiento de abandono de la población tienen la magnitud de la destrucción. Parada en su balcón, Irene Romero observa con enojo la larga cola de siniestrados: “Nos han dejado solos, completamente. Y ha habido muchos muertos. Aun anoche había una chica tirada en la calle, cubierta con una sábana, muerta. ¡¿Tú crees que esto puede ser?!”.

    Las autoridades municipales también denuncian la desidia del gobierno de la región presidido por el conservador Carlos Mazón. “No hay ninguna acción de parte del gobierno autónomo regional. No nos ha facilitado nada”, asegura Marián Pérez.

    La coordinadora del servicio social del Ayuntamiento de Alfalfar se indigna: “Hemos perdido alimentos, agua, camas para la gente que perdió su casa, generadores de luz. Nada de eso ha llegado. Todo lo está gestionando la municipalidad”.

    Luego confiesa que, para contener las necesidades de la gente, los empleados de la municipalidad han debido entrar al hipermercado Mercadona –cerrado por la inundación- y sacar a la fuerza elementos de limpieza.

    Desesperado, el alcalde de Alfafar, Juan Ramón Adsuara, pide a gritos el auxilio del ejército. No ha dormido las últimas 48 horas y está solo haciendo lo que puede con los vecinos, afirma. “Tiene que venir el ejército porque tenemos 8 mil habitantes todavía aislados con un metro de barro y hay gente en los coches muerta. Tenemos que entrar allí”. 

    Cae la noche. Un grupo de jovencitos universitarios de Valencia emprende la larga caminata de regreso a la ciudad tras una jornada en la que abandonaron las aulas y las terrazas para venir a ayudar a sus vecinos de Alfafar.

    Al día siguiente, esos voluntarios se multiplicarían por miles. Armado de palas y escobas, un ejército ciudadano venido de todos los rincones de la región valenciana avanza a pie rumbo a los municipios siniestrados.

    En la subida del puente San Marcelino que une a la ciudad capital con los municipios hay un ‘peaje solidario’. No se paga, se recibe. Un grupo de ciudadanos entrega a cada persona que pasa agua y víveres para que los lleve a los damnificados.

    En la ruta a Paiporta, la llamada Zona Cero de la tragedia ocasionada por la Dana, Olaz Ramírez marcha con sus tres hijitosEllos quisieron venir a ayudar y valorar lo que tenemos”, dice la madre.

    En Paiporta, nuevamente las huellas de un tsunami. Pilas de autos destruidos por todas partes, calles intransitables por las montañas de enseres rotos que la gente ha ido acumulando afuera de sus viviendas y toneladas de lodo que todo lo invade, las vías, las casas, las manos. 

    “Hemos ayudado a sacar barro, ahora son los camiones los que tienen que entrar a quitar todo lo que hay. Ya toda la marea humana es poco lo que puede hacer”, indica Yasmina Gómez, una voluntaria venida de Valencia. “Hasta que no vengan las máquinas aquí, es poco lo que la gente puede hacer”, confirma Mauricio Torres, otro limpiador espontáneo.

    Vicente Cascales vive en un edificio cuyos parqueaderos subterráneos y primera planta quedaron anegados en cosas de minutos. “Gracias a otro vecino que también estaba sacando el coche, logramos entre tres personas salvarnos la vida. Esto va a costar mucho. Aquí ha habido una ayuda solidaria que no vamos a poder agradecer ni con palabras, ni con dinero, ni con gestos”, dice con el sabor amargo del abandono estatal.

    Antonio Maroto es otro sobreviviente de Paiporta. Su mujer lo arrancó de las aguas por el brazo cuando él bajó al garaje a rescatar su bicicleta. “Hoy han pasado por aquí 40, 50 chicos con palas. Todo lo que ves es en función de voluntarios, de jóvenes españoles que dijeron ‘vamos a ayudar’. El único que ha fallado aquí es el gobierno en sus previsiones meteorológicas y de aviso a la gente", lamenta el pensionado. 

    Sólo la marea ciudadana que inundó el pueblo con sus escobas solidarias, unos pocos bomberos y un par de grúas contratadas por el municipio, asisten a los siniestrados. La ira reina en Paiporta.

    “Estaba la gente en la calle volviendo de sus trabajos. Nos avisaron tarde. Y nos hemos ahogado”, denuncia María, una de las habitantes del número 17 de la calle Países Bajos en Paiporta. Desde hace cuatro días, su abuela se encuentra atrapada dentro del apartamento en el que vive porque la calle sigue atestada de trastos y barro que bloquean la puerta del edificio. “Tiene 90 años. ¡Y sus vecinas han muerto todas porque no podían trepar!”, vocifera fuerte como si pretendiera que su incriminación retumbe en el número 16 del Paseo de la Alameda, la sede de la Generalitat en Valencia.

    El terremoto social y político

    Domingo 3 de noviembre. Paiporta.  Al grito de asesinos, la turba enfurecida recibe a los reyes Felipe VI y Leticia, el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente de la región de Valencia, Carlos Mazón.

    La gente echa del pueblo a la comitiva oficial. Les lanza barro, el mismo que ha sepultado sus vidas. Y golpea con sus emblemáticas escobas los automóviles de las autoridades

    Durante cuatro días, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, evadió la ayuda del gobierno socialista de Madrid so pretexto de que Valencia podría gestionar sola la catástrofe. Apenas la noche del viernes 1 de noviembre, Mazón dio su brazo a torcer.

    “Celebro mucho que el presidente Mazón haya decidido elevar a cinco mil su petición de efectivos militares. El gobierno central está listo para ayudar. Si necesita más recursos, que los pida”, respondió Pedro Sánchez y anunció el mayor despliegue de las Fuerzas Armadas de España en tiempos de paz. Y otras ayudas.

    Pero Mazón, apoyado por la dirigencia de su partido, el conservador Partido Popular, PP, insistió en responsabilizar al ejército de las fallas en las operaciones.   

    En respuesta, el general en jefe de la Unidad Militar de Emergencias, la UME, Javier Marcos, desmintió públicamente al presidente regional y le recordó que la Unidad es soberana para moverse por todo el territorio, pero no puede acceder a una zona de catástrofe sin la autorización de la comunidad autónoma, en este caso de la Comunidad Valenciana que preside Carlos Mazón.

    “Yo puedo tener mil hombres en la puerta de la emergencia, pero no puedo entrar hasta que el director de emergencias me lo autoriza”, puntualizó el general. 

    Citado a rendir cuentas ante las Altas Cortes valencianas, Mazón no renunció a la presidencia de la región y eludió cualquier responsabilidad suya en la gestión de la DANA que causó 222 muertos. En cambio, culpó a la Agencia Estatal Meteorológica (AEMET) de no dar la información y, por ende, de que Emergencias, que depende del Gobierno valenciano, no enviara antes la alerta masiva a los móviles.  

    Pero, tres días antes de la riada, la AEMET valenciana sí había advertido sobre la situación. El lunes 28 lanzó la alerta naranja y la elevó a roja a las diez de la mañana del aciago martes 29.

    Jose Ángel Núñez, climatólogo, es el hombre de la Agencia Meteorológica regional que lanzó la alerta: “Nosotros somos el organismo que hace previsiones y las enviamos al Centro de Coordinación de Emergencias. Ellos hablan con los equipos de Protección Civil, los bomberos, los ayuntamientos y hacen lo que consideren. Nosotros avisamos y ellos alertan. Ellos emitieron las alertas, pero ahí queda la cosa. No se hizo nada más. La pregunta es ¿qué pasó? Y la respuesta es que yo no lo sé. No sé lo que pasó”.

    Lo que pasó es que el gobierno regional sólo alertó a la población a las ocho de la noche y once minutos cuando la gente tenía el agua al cuello, pese a que desde las tres de la tarde se multiplicaban las llamadas a emergencias, había riadas feroces en algunos municipios e, incluso, desaparecidos.

    Pasó también que esa tarde; mientras los puertos cerraban, se suspendían las clases, se cortaban carreteras y se interrumpía la alta velocidad, Carlos Mazón estaba con una periodista y no vio esas señales. También llegó con dos horas de retraso a la reunión del Comité de Crisis. 

    Domingo 9 de noviembre. Valencia. Por las calles de este bastión histórico del Partido Popular PP, miles de personas exigen la dimisión de Carlos Mazón como presidente de la Generalitat y de otros responsables de su entono. 

    Viernes 29 de noviembre. Valencia. Un mes después del Tsunami a tres bandas, miles de personas vuelven a exigir la dimisión del presidente regional y su equipo de gobierno.

    Carlos Ortells marcha llevando en su mano la escoba con la que ha barrido el lodo de su casa. “Esta manifestación exige la renuncia del presidente de Valencia, Carlos Mazón. El presidente Sánchez es el jefe del Estado español que se divide en autonomías. Pero, la desgracia está en Valencia”.

    Damnificado del municipio de la Torres, Ortells asegura que las responsabilidades son claras: “Mientras Sánchez ha decretado ayudas por un valor de 35 mil millones de euros, ¡el señor Mazón sólo ha decretado unos pocos miles de euros que habrá que devolver!”

    Los manifestantes también piden que se haga justicia en los tribunales. Que no haya impunidad para los políticos responsables de la muerte y la ruina de los valencianos.

    “Ese hombre, aunque dimita, luego lo colocarán en otro cargo”, advierte Juan José Morabal Ibáñez, damnificado y víctima. “Yo lo que quiero es que él y cualquiera que esté implicado en este caso vaya a la cárcel. Sabiéndolo, se han llevado por delante la vida de muchas personas, niños, mamás, papás, abuelitos…”.

    Juan José se calla por uno segundos antes de contar que su madre murió ahogada dentro de la casa la noche de la riada. “Iba a cenar y no alcanzó. El señor Mazón y los implicados le llenaron a mi madre y a todos lo que fallecieron la barriga de barro. Eso fue la cena de todos”.  

    Sobre el barro que ha sepultado a su pueblo, el presidente de la Generalitat valenciana Carlos Mazón sigue en pie sostenido por la derecha española.

     

     

     

     

     

     

    9 December 2024, 1:44 pm
  • 17 minutes 23 seconds
    Colombia: la paz con aroma de café

    El café se ha convertido en uno de los símbolos de la reincorporación de los ex guerrilleros de las FARC que le cumplieron a la paz. En el octavo aniversario de la histórica firma del Acuerdo final entre el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y la otrora guerrilla más vieja del continente, sellado el 26 de noviembre de 2016, les invitamos a descubrir la historia de ex combatientes que han encontrado en el café una forma de volver a la vida civil. 

    La Federación Mesa Nacional del Café, con apoyo de entidades estatales aliadas, es el proyecto bandera de los ex combatientes que han buscado la ruta cafetera para reincorporarse a la vida civil. Su marca insignia es Trópicos, Frutos de esperanza.  El proyecto agrupa a 1300 familias de excombatientes que trabajan con las comunidades, los militares y las víctimas.

    El 24 de noviembre de 2016, 13 mil guerrilleros de las FARC firmaron la paz y, en consecuencia, depusieron las armas. De esos firmantes hacían parte Lizette Melo y Antonio Pardos, dos jóvenes que pasaron, cada uno, tres lustros en las filas del grupo insurgente. Desde entonces, ambos caminan por la ruta cafetera para sembrar la paz en los territorios. Ella como barista internacional de café y él como representante legal de la Federación Mesa Nacional del Café.

    Leer tambiénVíctima y victimario, juntos en la ruta de la paz a ocho años de la firma del Acuerdo con las FARC

    Acompañados de sus familias, de víctimas de la guerrilla y de líderes de las extintas FARC, Lizette y Antonio vinieron a París el pasado 12 de noviembre a contar la historia de paz y reconciliación que hay detrás de una taza de café colombiano.

    Lo hicieron durante el evento “Café Producto de la Reincorporación y la Reconciliación, Experiencias y buenas prácticas de la Justicia transicional en Colombia, (JEP)”, panel que tuvo lugar en el marco del Foro de París por la Paz, con apoyo del Consejo Nacional de Colegios de Abogados y la Asociación Nacional de juristas franco colombianos y organizado por la embajada de Colombia.

    Con la participación de:

    Alfonso Prada, actual embajador de Colombia en Francia y ex secretario de la Presidencia de Juan Manuel Santos.

    Carlos Ruiz Massieu, jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, creada en 2016 por el Consejo de Seguridad de naciones Unidas para verificar la implementación del Acuerdo. 

    26 November 2024, 10:48 am
  • 12 minutes 59 seconds
    ¿Por qué el voto de los puertorriqueños de Pensilvania es tan importante en las elecciones de EE.UU.?

    En un escenario electoral polarizado, los puertorriqueños de Pensilvania podrían ser la clave para obtener la llave de la Casa Blanca. Con cerca de 600,000 votos latinos en juego, demócratas y republicanos multiplican sus campañas para captar su apoyo. RFI en español habló con ellos en lo que se considera la "zona cero" del voto hispano del estado, la ciudad de Reading. La comunidad enfrenta desafíos económicos y un giro generacional hacia el partido de Donald Trump.

    “Kamala que mala eres, que mala eres Kamala…”

    A ritmo de salsa y emulando el clásico ‘Juliana’, pero cambiando el nombre por ‘Kamala’, Donald Trump hace campaña en Pensilvania y en Estados Unidos para atraer el votante latino y puertorriqueño. En una elección tan polarizada, demócratas y republicanos centran recursos en Pensilvania donde viven un millón de latinos que todavía no tienen una preferencia clara por un candidato. Este es el estado pendular que más votos electorales da al ganador con 19 en total y dado el estrecho margen en las encuestas, lograr el apoyo de los puertorriqueños y latinos podría definir la elección presidencial como coinciden encuestas y analistas políticos.

    Elizabeth Torres Laviena, es puertorriqueña y vive en Reading Pensilvania con su esposo, Mike Toledo. Semanalmente visitan un restaurante Colombiano donde se encuentran con la parte de la comunidad de esta ciudad de casi 100 mil habitantes que está en el corredor latino de Pensilvania, una región del centro del estado donde viven cerca de medio millón de puertorriqueños.

    “Mis padres son de Puerto Rico, mi papá vino acá primero porque estaba trabajando en las fincas, luego trajo a mi mamá. Primero comenzamos viviendo en Lancaster, Pensilvania y luego nos mudamos acá, a Reading. He estado casi 45 años”.

    Para Elizabeth ha habido un cambio generacional que ha impactado la inclinación política de los votantes: “Cuando yo llegué acá, éramos más demócratas, y ahora estoy viendo que los jóvenes están más inclinados del lado republicano. Mi hijo es republicano, yo soy demócrata, pero también los veo más indecisos”. 

    Elizabeth trabaja en una escuela y dice que los altos costos de la guardería están excluyendo a las mujeres del mercado laboral. “Trabajo ayudando a las personas en la comunidad también y hay muchas madres que no pueden trabajar porque no tienen los fondos para pagar el ‘day care’ (guardería)”.

    Su esposo Mike Toledo, nació en Estados Unidos y es director del Centro Hispano, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a los latinos en Pensilvania a romper las barreras de acceso a la salud, la educación y las finanzas. Según él, para los latinos lograr el sueño americano es cada vez más difícil dada la inflación y los altos costos de vida.

     “Las necesidades de la comunidad puertorriqueña en primer lugar es la economía, el costo de ir a la tienda y comprar huevos. El costo de la leche, por ejemplo. También la vivienda, el costo de los alquileres. Estamos viendo que cada vez más familias vienen al Centro Hispano porque sus contratos de alquiler terminan y los dueños de los inmuebles suben la renta en un 20 o 30%”. La calidad de la salud y la atención médica también son críticamente importantes”.

    Para Mike Toledo si los candidatos quieren ganar el voto latino, tienen que escuchar a la comunidad y visitar el barrio.  “Pensilvania es el epicentro de las elecciones generales. El condado de Berks y la ciudad de Reading son la zona cero. Nosotros ya sabemos cómo votarán en Filadelfia y Pittsburgh, pero el centro del estado es donde se decidirá quién gane en Pensilvania. En ese sentido, las campañas tienen que venir a nuestro barrio. Necesitan encontrarnos para entender y saber dónde estamos. Las campañas no pueden darnos por sentados. El bloque electoral puertorriqueño no es un bloque electoral homogéneo”, agregó.

    “Las minorías indecisas serán determinantes”

    En Estados Unidos hay cerca de 65 millones de latinos de los cuales casi 36 millones están habilitados para votar. Sin embargo, la plataforma Latino Data Hub proyecta que cerca de 17 millones ejercerán su derecho al voto. Para su director, Rodrigo Dominguez-Villegas, en un estado donde el ganador del voto popular se queda con la totalidad de los votos electorales, las minorías todavía indecisas serán determinantes.

    “Los latinos tienen mucho, mucho poder en Pensilvania. Recordemos que este año hay más o menos 580 o 600 mil posibles votantes latinos y la elección pasada, la elección en el 2020 se decidió por más o menos 81.000 votos. Entonces, si los votantes latinos salen a votar, claro que pueden ser los que determinan el resultado de la elección presidencial en el estado de Pensilvania, que es uno de los estados más clave más importantes, y se está viendo que la elección está muy cerrada según las encuestas”.

    Los datos de Latino Data Hub y del Latino Policy and Politics Institute muestran que habrá un aumento del 40% en la participación de los latinos en esta elección en comparación con el 2016. Sin embargo, los latinos son la minoría que menos participa en las elecciones.

    “Los votantes latinos son mucho más jóvenes que otros votantes en el estado. Y, ¿qué pasa con los votantes jóvenes? Sin importar raza, sin importar donde. Eso pasa en Latinoamérica, en todo el mundo: Los votantes jóvenes tienden a participar menos en elecciones. Entonces, al estar sobre concentrados en la población joven, los votantes latinos, no quiero decir que simplemente por ser jóvenes, pero eh, pues demográficamente son más jóvenes y los jóvenes tienden a votar menos”.

    Históricamente los latinos en Pensilvania han apoyado al Partido Demócrata. En el tramo final de esta campaña presidencial, el 57% de los votantes latinos registrados dicen que votarían por la vicepresidenta Kamala Harris y el 39% por el expresidente Donald Trump, según el Pew Research Center. Sin embargo, simpatizantes de Trump creen que la tendencia está cambiando.

    En Butler Pensilvania, donde Trump sufrió el atentado contra su vida y regresó para hacer un gran discurso, el puertorriqueño Gardner Mujica llevaba puesta con orgullo su camiseta de ‘Latinos por Trump’. Para él la única solución para los problemas de la comunidad es que vuelva Trump al poder. “Sé que puedo hablar por los latinos aquí en Estados Unidos: necesitamos a Trump. Necesitamos que Trump vuelva a ocupar el cargo. Necesitamos que Trump haga todo lo que ha dicho que hará para que podamos volver a donde estábamos: familias de clase media ganando dinero sin tener que trabajar en 2 o 3 trabajos para comprar una casa porque ahora hay una inflación excesiva en los automóviles, y una inflación excesiva en la vivienda”, indicó.

    Gardner Mojica nació en el Bronx, en Nueva York, pero hoy vive en el corredor latino de Pensilvania donde hace campaña para los republicanos. Según él, los demócratas solo hacen política para enriquecerse. “Mi ciudad en este momento está sufriendo por culpa de los demócratas, porque están tomando medidas políticas para sus bolsillos y no para la gente. Quieren quitarnos nuestros derechos religiosos. Quieren quitarnos tantas cosas y algunos de la comunidad latina ni siquiera lo saben. Algunas personas simplemente no quieren votar y eso nos perjudica mucho. Así que si tuviera algo que decirle a la comunidad latina sería que confíe en Trump, que tenga fe y que ponga a Dios primero y luego a Trump”, indicó.

    Rafaela Gomez, dominicana y simpatizante de Trump, viajó cinco horas para poder verlo en Butler, un pueblo cercano a Pittsburgh Pensilvania. A la salida del evento cuestionó que sea Trump el que ponga en riesgo los derechos de las mujeres, pese a que él nombró a los jueces que limitaron el derecho al aborto a nivel federal.

    “Son ellos los que acaban con los derechos de las mujeres, no Trump. ¿Quién fue la mujer del año? un hombre, ¿A quién se le permite participar en los deportes de mujeres? A los hombres. Me entiende ¿Quién puede entrar al baño de niños? los transgénero…Los demócratas pelean todo el tiempo por el aborto ¿por qué pelearse contra Trump al respecto? Él nunca dijo que iba a parar el aborto. Cuando fue presidente en 2016 nunca detuvo el aborto”.

    El efecto de la pandemia y la inflación

    Desde Filadelfia, Michael Jones-Correa, profesor de ciencias políticas y migración de la Universidad de Pensilvania, afirmó que los retos económicos de Estados Unidos derivados de la pandemia y la inflación han polarizado las posturas políticas de los latinos.

    “El efecto del covid creo que se sintió más en la comunidad latina. Hubo más muertes y efectos de la enfermedad, y también más efecto económico. Esto seguido por la inflación que tuvo más efecto en esta comunidad. Es un grupo que está un poco desanimado con los demócratas. Que han votado por los demócratas en el pasado pero hay una oportunidad ahí para un candidato como Trump”.

    Teniendo en cuenta la polarización y los estrechos márgenes de ventaja entre candidatos, el profesor Jones-Correa cree que la movilización de los votantes el día de la elección será clave. “En gran parte del país, la gente ya se ha definido. Ya saben para quién van a votar, sea demócrata o republicano. Entonces sí hay un grupo sustancial de gente que está tal vez pensando en votar por Trump, pero se van a quedar en casa. Igual para Harris, se van a quedar en casa. Entonces para las campañas lo importante es tratar de sacar ese voto” agregó.

    Para impulsar a la gente a votar, Ezra Feliciano, activista demócrata que trabaja para Pensilvania Stand Up, se prepara con su equipo para salir a tocar las puertas de las casas en Reading y otras ciudades del ‘corredor latino’ de Pensilvania.  “Al ir puerta a puerta en estas últimas semanas he escuchado una mezcla de historias por parte de los votantes. La gente ha perdido la esperanza y no sabe qué hacer. Quieren votar por Harris porque la otra opción no es viable en sus vidas. Solo salir y tener conversaciones con las personas y escucharlas ha sido impactante para ellas” relató.

    Para Feliciano, escuchar a esas personas que se sienten segregadas y tratar de conectar personalmente con ellas hace la diferencia. “Esas son las voces que a menudo son descartadas. La gente de color siempre está y ha estado aquí peleando y nos ignoran una y otra vez. Esas son las personas con las que salgo y hablo. Esas son las personas que son importantes para mí y esas son las personas que marcarán la diferencia en estas elecciones” explicó Erza Feliciano.

    Música para atraer el voto latino

    En las últimas semanas Donald Trump y Kamala Harris han apelado a las figuras del reggaetón para atraer el voto latino. Trump fue fuertemente criticado y ridiculizado en la comunidad por confundir a Nicky Jam, un famoso cantante de reggaetón, con una mujer al subirlo al escenario en uno de sus eventos políticos. 

    “La superestrella de la música latina, Nicky Jam, ¿conocen a Nicky? Ella es sexy... ¿Dónde está Nicky? Ohhh miren, me alegro que él haya subido”.

    Por su parte Kamala Harris ha logrado que Marc Anthony, legendario cantante de salsa puertoriqueño, manifieste su apoyo y ataque Donald Trump en un comercial de televisión por el mal trato que le dio a la isla cuando era presidente.

    “Hola Soy Marc Anthony, aunque algunos lo hayan olvidado. Recuerdo cómo era cuando Trump era presidente. Recuerdo lo que hizo y dijo sobre Puerto Rico, sobre la retórica de nuestro pueblo. Recuerdo que después de que el huracán María devastara nuestra isla, Trump bloqueó miles de millones de ayuda mientras miles morían”.

    Se proyecta que las campañas gasten 10,700 millones de dólares en publicidad en estas elecciones según el sitio Web Adimpact y gran parte de ese dinero irá a Pensilvania y otros estados pendulares. Entre tanto, la diferencia en la intención de voto hacia Kamala Harris y Donald Trump en Pensilvania varía entre 1% y 3%. Cifra que está en el margen de error y que impulsa a que los candidatos incrementen sus eventos y gastos de campaña en ese estado antes de las elecciones del 5 de noviembre.

    28 October 2024, 10:10 am
  • 12 minutes 38 seconds
    Estados Unidos: la crisis sanitaria por el fentanilo, un tema ausente de la campaña

    Las sobredosis de fentanilo generan más muertes que la violencia armada, los suicidios y los accidentes de tránsito juntos. Y, sin embargo, a dos semanas del voto, este tema sigue ausente en la campaña electoral entre Harris y Trump. Nuestro corresponsal en Washington, Cristóbal Vásquez, entrevistó a ex consumidores  y especialistas.
     

    Desde la biblioteca pública de Shaw, en Washington, Daniel Gorski se reúne semanalmente con adictos y otros líderes comunitarios para conversar y acompañarlos en el proceso de desintoxicación. Daniel, un joven blanco de 30 años, lleva 4 meses sobrio después de sobrevivir a 12 años de adicción al fentanilo y otras drogas.

    "Mis dos últimos periodos de adicción fueron exclusivamente de fentanilo. Cuando tenía suerte encontraba heroína, pero ya estaba agarrado al fentanilo. La heroína ya no me hacía efecto, no evitaba que me sintiera enfermo o deprimido. Mi experiencia con el fentanilo fue tan fuerte que, al cabo de escasamente tres o cuatro días de consumirlo, ya estaba completamente adicto a esa droga, físicamente adicto a ella", relata Daniel Gorski.

    Unos miligramos de fentanilo pueden ser letales

    El fentanilo es un opioide sintético creado para mitigar los dolores extremos de pacientes en cirugía o con cáncer. Es 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina, según la DEA. En 2023, más de 107.000 personas murieron por sobredosis de fentanilo y drogas sintéticas en Estados Unidos. Esto es casi 300 personas al día, 5 decesos cada minuto, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades.

    "Es muy aterrador; solo unos miligramos, una pequeña cantidad de fentanilo, podrían matar a alguien que sea intolerante a esta droga", advierte Daniel Gorski.

    En estas jornadas de intercambio con miembros de la comunidad, Daniel Gorski reparte Narcan, un medicamento que revierte las sobredosis de fentanilo y otras drogas sintéticas. Para él, que empezó consumiendo opioides y heroína en los festivales de música que organizaba, cualquier persona puede caer en esta adicción.

    "Algunas personas no saben lo adictivas que son estas drogas y se toman todo lo que sus médicos les recetan. Por eso, hay un alto porcentaje de personas que terminaron adictas al cruzarse con estos opioides. Pero también hay muchas personas que, como yo, buscamos deliberadamente esta droga para mitigar emociones incómodas y sobrellevar la salud mental", confía Gorski.

    La grave adicción a los opioides nació a principios de este siglo. Farmacéuticas como Purdue Pharma inundaron el mercado con pastillas para el dolor con opioides altamente adictivos. Solo entre 2006 y 2012, las farmacéuticas distribuyeron más de 76,000 millones de pastillas para el dolor, pagándole a numerosos médicos para que las recetaran, omitiendo sus consecuencias. Este hecho ha sido ampliamente reportado en Estados Unidos.

    La responsabilidad de las farmacéuticas

    Purdue Pharma se declaró culpable de cargos penales derivados de su papel en la crisis de opioides. El fabricante de Oxycontin admitió haber defraudado a los reguladores y pagado sobornos ilegales a los médicos. Purdue acordó pagar hasta 8.300 millones de dólares en su acuerdo con el Departamento de Justicia. Las sobredosis de opioides han contribuido a casi medio millón de muertes en Estados Unidos durante las últimas dos décadas.

    La crisis por sobredosis de fentanilo empeoró en 2016, cuando el gobierno de Obama restringió la prescripción de opioides para el dolor. Las nuevas regulaciones hicieron que millones de estadounidenses, ya enviciados, buscaran alternativas en el mercado negro; primero fue la heroína, después el fentanilo, así como la mezcla con otras drogas.

    Según John Walsh, director de Política de Drogas de la Oficina para América Latina de Washington, la crisis sanitaria por sobredosis de fentanilo es consecuencia de los carteles del narcotráfico mexicanos, los cuales inundaron el país con fentanilo y generaron la sobreoferta.

    "Hace diez años, no existía una demanda a gran escala de fentanilo como droga ilícita de elección en los Estados Unidos. No es que los consumidores de drogas estadounidenses estuvieran demandando fentanilo ilícito. La adicción fue creada por los traficantes para su beneficio", afirma John Walsh y precisa que "las restricciones de consumo en 2016 de las pastillas contra el dolor con opioides contribuyeron directamente a la crisis actual".

    "La prohibición le dio a los proveedores, en este caso a los grupos criminales, el poder para moldear a su antojo el mercado ilícito de drogas. La razón por la que el fentanilo es tan útil para un narcotraficante es porque es muy barato de producir, muy rentable y muy fácil de traficar", subraya Walsh.

    Morir envenenado por una pastilla con fentanilo

    Jaime Puerta es líder de la organización Víctimas de Drogas Ilícitas. Este colombiano viaja por Estados Unidos dando conferencias para alertar sobre el riesgo de consumir pastillas para el dolor u otras drogas adulteradas con fentanilo.

    Delante de la foto de su hijo, Daniel José, dice a los asistentes: "No se olviden de su rostro. Él es solo una gota en un océano de todos los niños que han muerto en esta nación a causa de envenenamiento por fentanilo".

    Su hijo, que nunca había consumido fentanilo, murió envenenado por una de esas pastillas.

    "Daniel José se puso en contacto con un microtraficante a través de la red social Snapchat y compró lo que él pensaba que era una pastilla de oxicodona de 30 miligramos. En algún momento de la madrugada consumió la mitad de esa pastilla. Se estaba automedicando por una crisis emocional y pensó que la pastilla lo iba a ayudar. Pero, desafortunadamente, no era una pastilla farmacéutica de oxicodona, sino una pastilla falsificada de aglutinante y fentanilo", apunta.

    Jaime subraya la problemática de buscar refugio en las redes sociales para afrontar problemas psicológicos. "Esta generación de muchachos no saca la cabeza de esos teléfonos celulares, se la pasan todo el bendito día con sus pantallas. Hablan con gente que no conocen. Pero hay personas que están buscando activamente a esos niños con problemas para venderles drogas. Hoy conseguir una pastilla es tan fácil como pedir una pizza", dice. 

    Una pastilla que se consigue en el mercado para el dolor, la depresión o la hiperactividad clonada con fentanilo puede venderse por menos de 3 dólares en las calles de ciudades como San Diego. Los carteles del narcotráfico las producen en laboratorios clandestinos en México usando precursores químicos chinos que también se usan para productos de uso cotidiano, como jabones. Luego las trafican fácilmente dado su tamaño.

    En la calle solo se consigue fentanilo

    "En San Diego, al menos según lo que reportan los usuarios, es que, aunque ellos quieren consumir heroína, lo único que encuentran en la calle es fentanilo", dice Cecilia Farfán, investigadora y experta en política de drogas y crimen organizado de la Universidad de California en San Diego. Ella explicó a RFI que la mayor parte del fentanilo entra por puertos legales y quienes lo trafican no son los inmigrantes.

    "Según los datos de la Comisión de Sentencias de Estados Unidos sobre las personas que han sido sentenciadas por tráfico de fentanilo y sustancias análogas, el 92.4% son ciudadanos americanos. Ese dato subraya el elemento transnacional de este tráfico", sostiene Cecilia Farfán.

    Solo en 2023, las autoridades en Estados Unidos incautaron más de 115 millones de estas pastillas. A pesar de varias décadas de interdicción y criminalización en la guerra contra las drogas, así como la construcción del muro en la frontera con México, en la práctica es poco lo que se ha hecho para detener el auge de la producción, el tráfico y el consumo de drogas y fentanilo en ese país.

    Johnny Bailey es coordinador comunitario de Hips, una organización que presta servicios de prevención a drogadictos en las calles de Washington. Bailey, que interactúa con adictos diariamente, cree que hay que ser menos "políticamente correctos" si se quiere salvar vidas.

    "La idea de lograr una América libre de drogas es, en el mejor de los casos, inocente y, en el peor, criminalmente ignorante. Lo primero que diría acerca de la legalización es que necesitamos una oferta de droga segura y controlada. A esta altura, esa es la única salida que le veo al problema", piensa.

    Una crisis con tinte racial

    Johnny Bailey superó su drogadicción hace 12 años. Hoy visita barrios en Washington ofreciendo gratuitamente medicina para prevenir las sobredosis de fentanilo y otras drogas. Según él, el problema tiene un claro tinte racial, pues no todos los adictos tienen el mismo acceso a la salud.

    "Nuestra población en Washington es aproximadamente un 46% negra. El año pasado, el 82% de las sobredosis se produjeron entre afroamericanos, en su mayoría provenientes de los distritos 7 y 8, que son los más pobres. Sé que los blancos consumen drogas y no en menor cantidad. Todos los estudios muestran que los blancos consumimos lo mismo, o incluso más, también traficamos más drogas, pero no sufrimos las mismas consecuencias", precisa.

    El doctor Edwin Chapman, que tiene más de 40 años de experiencia atendiendo casos de drogadicción en Washington, también cree que la disparidad en la cobertura de la salud agrava aún más el problema. "Tenemos que reconocer que no tenemos seguro médico público. Entonces, de entrada, ciertas personas quedan excluidas y por lo general termina siendo gente pobre", agrega. Chapman concluye que el gobierno no puede seguir confiando en empresas privadas de salud para abordar un problema público de tal magnitud.

    "Deberíamos tener un plan de acción universal, muy similar al Plan Marshall, el gobierno federal lo que debería hacer es, básicamente, encargarse de la situación y pagar directamente a los proveedores que sean expertos en cada comunidad, en lugar de tener que lidiar con compañías privadas de seguros que responden a intereses de accionistas y fondos de inversión de especulativos", sostiene. 

    La crisis del fentanilo ataca a una población estadounidense desprotegida y a merced del crimen organizado, pero también bajo la presión de los intereses privados de farmacéuticas, empresas que financian las campañas presidenciales de demócratas y republicanos. Por su parte, los candidatos, cuando abordan el tema en sus campañas, optan por criminalizar, responsabilizar a terceros y prometen más armas en la frontera para mostrarse fuertes ante votantes atemorizados. La única esperanza para millones de adictos parece estar en los esfuerzos limitados de voluntarios de la comunidad.

    21 October 2024, 2:26 pm
  • 13 minutes 57 seconds
    Rapa Nui, frente al desafío del plástico y de la basura

    En pleno medio del océano Pacífico, la isla de Pascua, también llamada Rapa Nui, está invadida por el plástico. Ubicado en el Giro del Pacífico sur, una poderosa corriente marina, el pequeño territorio chileno recibe en sus costas más de 500 residuos por hora. Vienen del continente y también de los barcos industriales que pescan masivamente en la zona. También, conocida por sus Moái, la isla acoge miles de turistas al año, que generan además toneladas y toneladas de basura. Sus habitantes explican cómo hacen frente al flagelo.

    Por Naïla Derroisné, enviada especial de RFI a la Isla de Pascua

    “Cuando yo iba a la playa a recolectar mucha gente pasaba y me decía: ‘Oh, está colectando conchitas, está colectando piedritas’. Y yo les decía: ‘No, es plástico’. Y ahí abrían más el ojo y se daban más cuenta de que estaba súper sucio todo por el plástico”, explica a RFI Kina, de 22 años, nativa de Rapa Nui. Todos los fines de semana va a limpiar el borde costero y recoge plástico en la arena, y entre las rocas.

    “Uno empieza a escarbar, a escarbar y abajo hay más. Estoy viendo que hay mucho más abajo que arriba, y todo esto es plástico”, describe.

    Con las manos dentro de la arena y con un pequeño tamiz, Kina junta miles y miles de pequeños trozos de plástico de todos los colores.

    “Llegan a ser tan pequeños producto de la degradación en el mar. Llevan tanto tiempo viajando en el mar que producto del sol, de la sal, del desgaste por el choque, la fricción con otro, llegando a las costas, chocando con las piedras, es que se fracciona tan pequeño”, explica.

    Ese día está con su prima y dos amigas. Las cuatro mujeres eligieron ir a limpiar la bahía de Hanga Nui, en la costa sureste de la isla, cerca de los 15 moáis de Tongariki.

    “Generalmente nos llevamos 2 o 3 baldes llenos. Y eso ya son unos 20 – 30 kilos, fácil. Siento que al final no estoy haciendo ningún aporte. Porque sigue llegando tanto, y uno viene a recolectar, y al irse, uno sigue viendo plástico. No es que uno venga, recolecte y deje la playa limpia. Porque es imposible sacar todo lo que uno encuentra”, observa.

    Además del micro plástico que es muy difícil de recolectar, hay mucha más basura, explica María José, su prima.

    “Encontramos plásticos de grandes volúmenes: cajones, a veces llegan neumáticos gigantes, cajas, las redes también pueden ser muy grandes, a veces encontramos de 30 kilos, o sea hay de todo”, cuenta María José. 

    Oye, yo estoy pasando horas de mi vida limpiando un residuo que no es mío’

    Las 4 mujeres acaban de pasar 3 horas, en cuclillas, tratando de recolectar la mayor cantidad de plástico posible.

    María José trata de no dejarse sobrepasar. “Es muy impactante ver la cantidad de residuos que uno viene a limpiar. Entonces, claro, baja la desesperanza de decir: ‘Oye, yo estoy pasando horas de mi vida limpiando un residuo que no es mío’, pero al mismo tiempo hay otros lugares del mundo en dónde esto no importa, y dónde se generan muchas más cantidades’. O la misma industria del plástico que sigue produciendo y produciendo. Entonces uno dice: ‘Es insignificante el aporte que estoy haciendo. ¿Cuál es el valor de tanto esfuerzo para algo que es tan pequeño o tan poco incidente?’ Pero, después, pienso que en verdad me deja más tranquila y más satisfecha conmigo misma el hacerlo”.

    “Cuando yo era chico no había tanto plástico como ahora. Ahora se ve mucha más el plástico. Sobre todo, cuando hay mucho viento, marejada, se viene toda la basura que se acumula afuera, se viene todo adentro de la orilla. Provoca rabia, enojo. No da gusto verlo”, dice Carlos en el pequeño puerto de Hanga Roa, mientras limpia atunes medianos que acaba de pescar. Todos los días sale al mar en su bote con motor.

    “Hasta los pescados ahora vienen con plásticos en la guata. A veces hasta las mismas tortugas vienen con un pedazo de plástico, tenemos que agarrarla y sacárselo. Mis papás, mis abuelos no veían plástico en los pescados. Nosotros somos los que estamos viendo plástico ahora en los pescados. Nosotros decimos que es de los barcos pesqueros factoría que están afuera que empiezan a botar su basura y se viene todo con la corriente hacia acá adentro”, alerta.

    La isla está efectivamente rodeada de embarcaciones que pescan en las aguas internacionales. Es lógico pues que grandes cantidades de materiales utilizados en la pesca terminen llegando a las costas de Rapa Nui.

    “El otro día encontramos una boya que tenía una placa con números, como una patente. Y esa patente yo la busqué en internet y era de un barco chino que estaba actualmente con su cuota disponible para la pesca”, relata a RFI Emilia, bióloga marina.

    Muchos de estos barcos vienen a pescar el atún, abundante en la zona. Algunas embarcaciones son japonesas, otras chinas, australianas y también europeas, comenta Pamela Averill, ingeniera civil oceánico.

    “Están llegando hasta cintas que son de los barcos pesqueros dónde sale en el embalaje de las cajas de atún de dónde provienen. Y la mayoría son desde España. La única alternativa es cerrar la llave del plástico y evitar que esto siga llegando. Y la industria pesquera, o sea, ¿cómo es posible que sigan los barcos contaminando de esta manera? ¿Qué organismo, qué identidad se hace responsable realmente?

    Un obstáculo natural que no ayuda

    La ubicación de Rapa Nui en el océano tampoco ayuda, al contrario… en esta zona se produce como un efecto de imán para todo el plástico que flota en el mar… ya sea de la pesca industrial o basura que viene de Sudamérica.

     “La isla está justo en el centro del giro del Pacífico sur, entonces es un obstáculo natural a todos estos plásticos que vienen desde el continente hasta Rapa Nui. Podemos ver también que en algunos sectores de Rapa Nui se concentra más macro plástico, que son estas bandejas de pesca, grandes cuerdas. Y en otros sectores tenemos más micro plástico que por la misma circulación que tiene el plástico en la isla en sí. Por eso en las playas es común ver estos pequeños pedacitos de plástico. Y en otras costas como generalmente la costa sur podemos encontrar plásticos de mayor tamaño”, nota Pamela.

    “Nosotros vivimos en el medio del océano. Nuestra cultura, nuestras familias están totalmente relacionados al mar, a la tierra, y constantemente atentos de los impactos del cielo, de la lluvia, del sol, de la luna, de las estrellas, de todo… Es parte de nuestra idiosincrasia y de nuestra cultura”, apunta Ariki Tepano Martín, el presidente de la comunidad indígena Ma’u Henua, encargada de administrar el parque nacional de Rapa Nui, el cual cubre casi la mitad de la superficie de la isla, desde el interior hasta las costas.  

    “La mayor parte del plástico que tú ves no se produce aquí. Es el impacto de la pesca industrial. Hoy día tenemos por suerte el inicio de un proceso de área marina protegida. ¿Si lo va a reducir? No lo creo. Porque fuera de las 200 millas van a seguir las pesqueras industriales, pescando y tirando basura al mar, y eso es lo que llega hoy en día a nuestras costas. Como Ma’u Henua que tenemos la jurisdicción legal hasta el límite costero, nuestra parte es colaborar con las instituciones, organismos o grupos que se preocupan de ir limpiando. Y ojalá en algún momento, una consciencia global. La pesca industrial es una de las más millonarias después de la extracción de petróleo. Ojalá que no sea así, pero la única manera de parar es que depreden todo el mar. Y hasta este punto vamos a tener que vivir con eso”, agrega.

    Según un estudio chileno de la Universidad Católica del Norte, son más de 4 millones de residuos los que llegan a la isla de Pascua cada año. Los habitantes logran recoger una parte de estos desechos que luego termina en el centro de reciclaje de Rapa Nui.

    "Pena, rabia, pena"

    “Todos estos maxi sacos están acopiados acá porque no tengo otro lugar, no hay manos para clasificar. Solo la recolectan y las acopio. Pero está aquí, no en el borde costero, no en la plaza, ni en la playa”, asegura Alexandra Tuki, quien gestiona el centro de reciclaje de Rapa Nui desde hace más de 20 años. Una parte del plástico que viene del océano se junta aquí con los desechos que producen los habitantes de la isla y los turistas…

    “Me da pena, me da rabia, me da rabia, me da pena. Me da pena porque yo no nací así en esta isla llena de basura, no. Había otros valores. Y lamentablemente tenemos una mente muy consumista”, denuncia.

    La treintena de empleados que trabajan en el centro alcanzan a reciclar un poco más del 5 % de los desechos de la isla. Después de haber sido recolectados, pasan por una prensa instalada debajo de un gran galpón.

    “Sube por esa boquilla, baja, de allá entra en una prensa que la aplasta y la tira por acá. Y aquí sale el fardo. Mira, puros embalajes, bolsas de plástico, latas de aluminio, cartón a granel… Y esto son los otros plásticos. Puedes ver las bandejas, bidones, manguera de regadío…”, enumera Alexandra. 

    Cada semana son 10 toneladas de residuos que salen de la isla por avión hacia el continente. A Alexandra le gustaría hacer más, pero le falta de todo. 

    “Hoy en día yo te cuento que operativamente estoy ineficiente. Porque le falta más personal, falta más maquinaría, falta infraestructura, falta equipamiento, y es cosa que no hay. Entonces ya han pasado más de 20 años, hemos dejado que se acumule, que se acumule, que se acumule, pero no hemos hecho nada. Lo único que hacemos es habilitar un vertedero y botar la basura allí, botar, botar y enterrar, botar y enterrar, botar y enterrar”, dice.

    Todo lo que el centro de reciclaje no logra procesar, es decir el 95 % de la basura, termina en el vertedero municipal de la isla que está casi saturado.

    “Estamos en el vertedero Vai a Ori, todo este bosque verde que tú ves acá, te están tapando una realidad que está abajo y es la basura domiciliaria. Si tú te das cuenta, todo lo que está viendo con tus ojos, el 90 % es reciclable, desde la caja plumavit [poliestireno], las bolsas, el embalaje, las tapas, las botellas, las latas, el cartón. Todo es reciclable pero claramente esto evidencia que nos falta más educación”, lamenta Alexandra.

    Y dentro de toda esta basura, una gran parte proviene directamente del consumo vinculado al sector del turismo. Cada año, más de 70 000 visitantes aterrizan en una isla que cuenta con solo 8.000 habitantes. El turismo representa más del 90 % de la economía de Rapa Nui.

    “Esto ha implicado esta lamentable situación en dónde hay un descontrol con respecto a la mala disposición de los desechos. Es una mala práctica ambiental. Ahí podemos ver por ejemplo las cajas de plumavit que se ven allá, llegan acá vía área con cargamento con frutas congeladas, carne congelada, pollo congelado, verduras congeladas, porque es más barato para el empresario turístico adquirir las cosas del continente que comprarle a un ganadero el kilo de tomate que sale 5 lucas [5.000 pesos]”, señala.

    "Cero basura"

    La municipalidad de Rapa Nui tiene como objetivo el “cero basura” para el 2030 y propone capacitaciones a quienes trabajan en el sector del turismo para tener una gestión más sustentable de sus desechos. A Priscila, le gustaría inscribirse.

    “Nosotros acá en la casa, aparte de vivir con mi pareja, tenemos alojamiento, entonces recibimos a personas. Para nosotros es súper importante poder transmitir que en la isla se recicla, que en la isla tratamos de disminuir lo que más se pueda en basura”, relata a RFI.

    Mientras cocina pescado frito, Priscila muestra su sistema de reciclaje, lo mismo hace cuando llegan turistas a alojarse en su casa.

    “Todo lo que es vegetal lo dejamos en este recipiente porque tenemos un chancho. Posterior a eso, tenemos acá debajo del lavaplatos una bolsa que contiene los plásticos de un uso. Tenemos el acopio de los cartones chicos. Y también tenemos un acopio limpio de latas en conservas”, dice.

    Priscila también cuenta que algunos turistas no le hacen caso pero que, en su mayoría, los visitantes intentan reciclar sus residuos. Es una costumbre que aún no todos los habitantes de Rapa Nui han adoptado pero que en el futuro será indispensable, puesto que la isla está en una situación cada vez más crítica, tanto por los residuos que se producen en el territorio como por la que arrastra el mar hasta casi los pies de las imponentes estatuas milenarias… los famosos moáis.

    30 September 2024, 2:29 pm
  • 15 minutes 22 seconds
    Inmersión en un sistema de reinserción en las hacinadas cárceles de Colombia

    Hacinamiento carcelario, aumento de la criminalidad, corrupción en las cárceles. En Colombia, desde principios de año, se ha puesto en alerta a todos los 125 establecimientos penitenciarios. Las instituciones intentan por todos los medios reducir la población carcelaria. Entre ellos, el recurso a los talleres de reinserción.

    Desde enero, los medios de comunicación colombianos difunden regularmente noticias sobre las cárceles. En mayo, el asesinato del director de la cárcel La Modelo de Bogotá, Elmer Fernández, que había recibido amenazas desde dentro del centro penitenciario, provocó una reacción de la opinión pública y del Gobierno.  El director estaba en su coche de camino a casa cuando le dispararon.

    La prisión La Modelo de Bogotá es una de las cárceles más emblemáticas del país. Ha recibido a presos famosos como el sicario de Pablo Escobar, Jhon Jairo Vásquez alias Popeye, pero también al narcotraficante cofundador del cartel de Cali e incluso al actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, cuando todavía era guerrillero del grupo M19.

    Esta situación de inseguridad en las cárceles colombianas no es nueva, pero cada año se agrava un poco más. Así que el INPEC, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario de Colombia, multiplica las iniciativas para tratar de reducir la población carcelaria en el país. Según el instituto, en Colombia la sobrepoblación carcelaria supera el 25%. Habría 20.000 reclusos de más.

    ‘Made in prison’, una iniciativa de reinserción

    En Medellín, en la cárcel de alta seguridad de la ciudad, cada semana, una quincena de presos se reúnen para participar en un taller de ayuda a la reinserción social, ‘Made in Prison’.

    Este taller permite a los presos fabricar manillas que luego venden para sus familias. “El modelo de intervención de ‘Made In Prison’ está enfocado en mitigar los impactos económicos y emocionales que tiene la pena en el núcleo familiar. Se fortalece la cohesión familiar porque lo que hacemos es que este producto garantice que haya un ingreso que mitigue estos impactos, que de alguna manera también puedan generar un sustento”, explica Juliana Zuluaga, cofundadora de ‘Made in Prison’.

    Las pulseras hechas por los reclusos se venden luego fuera y dentro de la prisión. Juliana participa en mercados y ferias de artesanía. También se venden en línea.

    “Por un lado, desde las emociones trabajamos todo lo que es la resignificación, pero por el lado del producto trabajamos la resocialización. Es decir, ellos que pueden aprender a hacer, qué habilidades van adquirir para la incorporación a la vida en sociedad. Porque desafortunadamente, hoy la sociedad no está preparada lo suficiente para darle trabajo una persona que estuvo privada de la libertad por el tema antecedentes”, afirma Zuluaga.

    Al tratar de reducir la tasa de reincidencia, Juliana Zuluaga y su organización ‘Made In prison’ esperan liberar cupos en las cárceles.

     

    Una manilla y siete emociones

    Diego Alejandro Moreno Rena es uno de esos perfiles reincidentes. Lleva cinco años en la cárcel y hace un año que participa en el taller. Debería ser liberado en unos meses. Explica que este taller le permitió abrir su mente.

    “Mi manilla tiene siete emociones. El blanco es la sorpresa, el verde significa miedo, el rosado es alegría y este verde más encendido es el disgusto. Me falta otro para la tristeza que le podría meter anaranjado, me falta identificar la soledad”, nos dice.

    “Es lo que siento y lo que quiero empezar a vivir porque yo sé que va a  haber alegría y va a haber tristeza, van haber miedos de hacer las cosas, pero también van a haber sorpresas cuando las haga y salgan bien”, cuenta esperanzado este hombre de 29 años, padre de una niña de cinco. Siente que ha llegado la hora de cambiar de vida. Todos sus esfuerzos son para ella. Detrás de su aspecto duro y sus múltiples tatuajes, Diego Alejandro deja entrever sus emociones.

    “Antes me lo pasaba el tiempo en el patio, en la rutina de siempre, no compartía casi con nadie y ahora se ha mejorado la relación con mi familia y con las otras personas. Utilizo estos trabajos para distraerme y para cuando esté otra vez en libertad defenderme mejor”, agrega.

    Si bien se siente tranquilo en el taller de confección de pulseras, Diego Alejandro está preocupado por lo que le sucederá después de la cárcel. Ya piensa en las dificultades que encontrará una vez fuera. Encontrar un trabajo sigue siendo su prioridad. En este taller también se ayuda a los presos jurídicamente. Un abogado viene regularmente para revisar sus casos. 

    “Solo el hecho de estar acá, ya somos lo peor. Entonces me gustaría que esas personas pensaran las cosas de otra forma, que no nos cierren la puerta”, concluye.

    El compañero de celda de Diego, Juan David Villa Marín se unió al equipo hace un mes. A los 24 años, este colombiano de la ciudad de Popayán, en el sur del país, es muy tímido. Pero, poco a poco se acerca al grupo.

    “Acá es como difícil ese tema del control de las emociones al estar encerrado. Así que desborden todas las emociones que sentimos acá, aunque sea un poco través de estas cosas, a través de este programa”, afirma Juan David.

    Talleres como escudo contra las redes criminales en las prisiones

    Para los centros penitenciarios, este tipo de actividades también permite evitar que los presos caigan en las redes criminales y de extorsión que han invadido las cárceles colombianas. Los jefes de grupos armados o bandas criminales siguen dirigiendo las operaciones de sus grupos desde el interior de las cárceles.

    “En lo que llevo acá, he cambiado mucho la verdad, tanto física como emocionalmente. de pronto de pasar días de ansiedad y depresión, ahora ya es cambiar todo eso a estar un poco más alegre, más concentrado, más enfocado en lo que debo hacer”, explica el recluso.

    Todos los establecimientos están en alerta desde el mes de febrero. Se han adoptado varias medidas para garantizar la seguridad de los presos y del personal de las prisiones. Entre esas medidas se cuentan el uso de las fuerzas del orden para reforzar la vigilancia y la seguridad de las cárceles, el traslado de algunos presos y la reducción de las visitas a los detenidos. Esta es la cuarta vez desde 2013 que se ha emitido la alerta. Una situación que provocó que tuviéramos que esperar meses para conseguir el permiso para entrar en la cárcel para realizar este reportaje.

    No baja el hacinamiento carcelario pese a las iniciativas

    A pesar de los esfuerzos de las autoridades para mejorar la situación sanitaria, alimentaria, de infraestructura y reinserción social en los establecimientos penitenciarios, no se está reduciendo el hacinamiento carcelario. El Centro de Estudios Jurídicos y Sociales de Bogotá, Dejusticia, considera que el Gobierno hace un uso excesivo de la prisión.

    “Hoy hay una atención mediata e inmediata para atender esta situación, para lograr asesorías jurídicas para que logren rebajar las penas y así de esa manera se va bajando el hacinamiento en las cárceles. Hay unos proyectos laborales donde las personas que están recluidas allí pueden rebajar pena por el tema laboral. Es un tema muy importante que yo creo que el Estado tendría que fortalecer mucho más junto a los estudios”, analiza Carlos Alberto Arcila Valencia, secretario de Paz y Derechos Humanos de Medellín

    Este año, el presidente colombiano, Gustavo Petro, ha aprobado una ley que elimina el IVA de los productos fabricados en prisión. El objetivo es animar a las empresas a trabajar más con los presos, como hace Juliana con ‘Made in Prison’.

    “Es un estímulo para que también la empresa privada siga fortaleciendo los establecimientos carcelarios y lleve la empresa a los establecimientos carcelarios y se les brinde oportunidades, no solamente cuando están pagando la condena, sino cuando salen”, defiende Arcila Valencia.

    Aumenta la inseguridad contra los funcionarios 

    Por otra parte, un proyecto de Mega-cárceles para 1.500 detenidos está en curso en Medellín. Seis serán construidas en Colombia. Para el secretario de la Paz y los Derechos Humanos, no es la única solución eficaz. La inseguridad en las cárceles sigue siendo la prioridad. Según el INPEC, se ha registrado un aumento del 100% en los incidentes de seguridad del personal con respecto al año anterior. Entre 2023 y 2024, se registraron al menos 230 amenazas de muerte contra funcionarios de los centros penitenciarios.

    “Debe haber más cárceles, pero tienen que haber varias: oportunidades laborales para las personas que cumplen penas y salen en libertad, prevención del delito, que los jóvenes no terminen delinquiendo o reclutados o vinculados con las estructuras armadas”, demanda el secretario de la Paz y los Derechos Humanos.

    Desde el inicio de su mandato, el presidente de izquierda, Gustavo Petro, lanzó un amplio plan llamado ‘Paz total’ para negociar con los grupos narcotraficantes y las bandas criminales sus renuncias. Se han abierto varias mesas de negociación, pero hasta la fecha no se ha llegado a ningún acuerdo. Mientras tanto, las detenciones se multiplican y el hacinamiento en las cárceles sigue aumentando.

    16 September 2024, 2:01 pm
  • 11 minutes 34 seconds
    Fundido a negro: A sus 60 años, Lilia aprende a vivir en un mundo que no podrá ver

    A sus 60 años, Lilia Gómez se enteró de que quedaría totalmente ciega. Poco a poco ha perdido la visión y sus médicos dicen que cualquier mañana puede despertar en completa oscuridad. Este reportaje radiofónico fue realizado por estudiantes de la Universidad de los Andes de Bogotá, y obtuvo la mención especial de la décima edición del Premio Reportaje de RFI en Español.

    Escuche el reportaje de la colombiana Giomar Gómez, estudiante de la Universidad de los Andes de Bogotá, mención especial de la décima edición del Premio Reportaje de RFI en Español.

    Lilia Gómez es una mujer de 60 años con una condición médica que poco a poco la está dejando ciega. Con la ayuda del Centro de Rehabilitación de Adultos Ciegos (CRAC), en Bogotá, aprende a navegar el mundo con su tacto y su oído. El bastón y el conteo de pasos la guían por las calles y los parques.

    Para aprender a desplazarse la acompaña Diana Moreno, terapeuta de movilidad para personas con discapacidad visual. “Siempre exploramos de izquierda a derecha, como si estuviera leyendo para tener información del ambiente. Vamos a caminar en un momento por diferentes superficies. En el pasto, el bastón va recto enfrente suyo en toques, izquierda a derecha”.

    Lilia está aprendiendo a vivir en un mundo en el que no podrá ver. “Entonces el bastón la va a proteger de la cintura para abajo. Su merced tiene un residuo visual que tiene que usar para detectar obstáculos y también para orientarse en el ambiente”, le explica Diana.  

    Actualmente Lilia ve algunas formas y colores. Los médicos consideran que ella es legalmente ciega porque ve diez veces menos que alguien con visión promedio. No se sabe cuándo dejará de ver. Cualquier mañana puede despertar en completa oscuridad.

    En el 2018, con una caída, empezaron los primeros síntomas de Lilia. “Empecé a presentar muchas caídas, me caí en lo plano, me caí en lo no plano, me caía bajándome del bus”, recuerda Lilia. Después de un año y varios exámenes vino el diagnóstico. “Ya salió una doctora y me dijo Tengo que hablar contigo. Usted tiene un problemita adentro, un aneurisma. Y está en un sector bien complicado”.

    En la cabeza de Lilia una vena se dilató, lo que afectó el funcionamiento de su cerebro. A esto se le conoce como un aneurisma. En el 2020, bajo el cuidado de su cirujano encontraron un segundo aneurisma y la operaron. Pero luego, en un control, Lilia se enteró de que no todo había salido bien. “Usted no va a poder volver a ver y esto es irreversible. Entonces yo le dije Ay, doctor, ‘no me mame gallo’. Dijo No, el aneurisma se sentó sobre el nervio óptico. Dijo haga de cuenta que le cayó una volqueta a una cucaracha. ¿Uno se cuestiona mucho por qué a mí? Pero uno no puede dejarse achicopalar”.

    Su médico la remitió al Centro de Rehabilitación de Adultos Ciegos (CRAC), en Bogotá. Una institución que ayuda a personas como Lilia. Se fundó en 1961 y tiene dos sedes en Bogotá y convenios en 14 ciudades y municipios de Colombia. “Allá te van a enseñar a vivir otra vez, a aprender desde cómo te debes vestir, cómo será hasta tu ducha, como picar cebolla, todo”, le dijo el médico a Lilia.

    Durante dos meses Lilia se negó a asistir al CRAC, porque “en esa negación tampoco se quiere hablar mucho del tema porque duele. Es un dolor muy grande y el cerebro es como un amortiguador que evita que uno reciba un dolor tan en seco”, dice Rosa Estela Niño, la psicóloga del CRAC. Ella explica que perder la visión es pasar por un duelo.

    El proceso de duelo tiene cinco etapas. Las cuatro primeras etapas del duelo son la negación, la rabia, la negociación y la tristeza. Todas requieren de un acompañamiento emocional profundo. “Luego de la tristeza viene ya un nivel de aceptación. No porque me guste, sino porque es una realidad. Lo que se busca es que haya más momentos y más frecuencia de tranquilidad y de paz que momentos de tristeza y desolación. Aprender a vivir, a convivir y a no maltratarse por eso que está sucediendo”, explica la especialista.  

    Con el tiempo, Lilia por fin acepta asistir al CRAC. Ahora va dos veces por semana a la sede del norte de Bogotá. Además de la terapia de movilidad y de la psicoterapia, asiste a otros talleres que le ayudan en su proceso.

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    “Terapia de taller para la vida diaria, que es donde nos enseñan desde picar cebolla hasta maquillarnos las uñas, a servir bebidas calientes, a servir bebidas frías, a utilizar un cuchillo, a utilizar un rallador. La de artesanías y la niña de tecnología que ella le enseña a manejar un computador celular. Nos enseñan a cómo vestirnos, a cómo acomodar el clóset en la casa”.

    Según el último censo poblacional, en el 2018, casi 2 millones de personas con discapacidad visual habitan en Colombia, cerca de uno de cada 20 colombianos.

    Las personas con discapacidad visual pueden seguir navegando el mundo

    “El objetivo de las sesiones es que ellos aprendan a usar sus sentidos como el tacto, el oído, el olfato. El tacto es el órgano más grande que tenemos en el cuerpo. No solo es el tacto con las manos, sino con los pies, y también ese tacto indirecto con el bastón blanco. Además, el bastón de darnos, pues, una textura, nos está dando un sonido que nos va a brindar mucha información del ambiente. El oído a la hora de cruzar una calle y el olfato nos puede brindar información de si hay una panadería, un restaurante. También información de que persona se está acercando”, detalla Diana Moreno, terapeuta de movilidad.

    Según Diana, la familia puede ser un gran apoyo, pero no debe sobreproteger al paciente. Gerardo Prada es el esposo de Lilia. Cuando tenía sus 22 años trabajaba cuidando un cultivo de palma, cuando perdió la visión del ojo izquierdo por un disparo en un intento de robo. Ahora tiene una pequeña tienda en el norte de Bogotá en la que Lilia ayuda. Sus dedos le permiten identificar billetes y monedas en la tienda de su esposo. El duelo emocional ha sido profundo, pero Lilia persiste y aprende porque, como ella dice, “tengo miedo a estar estancada, quieta. Ese sí es el miedo de la vida”.

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    Lilia utiliza una aplicación en su celular que identifica los billetes con la cámara. También toca los billetes para verificar que sean auténticos. Luego sostiene las monedas entre el dedo índice y pulgar.

    Lilia descifra el mundo en texturas y sonidos

    Con mi tacto es genial porque ahora aprecio texturas que antes yo no apreciaba. Con el oído yo siento más percepción, pero yo siento que ahora escucho todo más nítido”, dice Lilia cuyos tacto y oído son su nueva luz.

    “Yo siempre he sido como muy echada pa’ lante. A mi esposo no le gusta que salga sola, entonces yo le digo no mijito, yo no me voy a quedar aquí sentada esperando una persona que venga, y oiga, ¿me puede acompañar? Por ejemplo, ya cuento cuantos pasos hay del negocio de mi esposo a la iglesia, o si tengo que ir a la calle 161 ya sé que desde aquí hay 1.600 pasos. Tengo miedo de estarme estancada, quieta. Eso sí es el miedo de la vida”, concluye Lilia Gómez.  

    Este reportaje sonoro fue grabado para la clase de imagen y sonido de la Maestría en Periodismo de la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia. En la producción estuvieron David de Salvador, Mauricio García y Giomar Gómez. Narración por David de Salvador. 

    15 July 2024, 11:33 am
  • 15 minutes 44 seconds
    Colombia confía en el ecoturismo para salir del petróleo

    Colombia podría ser el primer país productor de petróleo en abandonar sus exportaciones y cualquier proyecto de explotación de combustibles fósiles. Al menos, eso es lo que quiere el presidente de izquierda Gustavo Petro. Lo anunció en enero de 2023 con el objetivo de luchar contra el calentamiento global. Una de las alternativas al petróleo sería el turismo.

    En la región de Casanare, zona de gran producción de petróleo, las reservas naturales ya han iniciado esta transición. Una de ellas, hace más de veinte años.

    Instalados en la parte trasera de un jeep, donde se ha fijado un banco para que los visitantes puedan disfrutar al máximo del safari, recorremos “los llanos”, es decir las llanuras del Casanare. Estamos a unas 4 horas de la ciudad de Yopal. Hasta donde alcanza la vista, se ven solo kilómetros de llanuras y muy pocos árboles. Nuestro guía es el hijo del propietario de la reserva Hato De Aurora, Santiago Barragan que explica el paisaje: “La sabana inundable es una zona baja como en forma de cuchara que en invierno se inunda porque los ríos se riegan alrededor de esa sabana. Se llama sabana o se llama llano porque son zonas planas y sin serranía, pues hay serranía, pero en algunas partes del departamento. Eso hace que en realidad sea un llano como la pampa argentina y el horizonte sea plano y por eso es que la actividad principal por cientos de años fue la ganadería, porque la sabana y el pasto de la sabana permite engordar ganado”. 

    El Safari atraviesa gran parte de las 10.000 hectáreas de la reserva y puede durar entre cuatro y 12 horas. Buscamos fauna. Entonces vamos a los esteros. Buscamos las aves, buscamos la anaconda gigante, buscamos el cocodrilo. Vamos a las zonas donde hemos visto Jaguar y esperamos. Y en realidad estamos todo el día dándole vueltas y yendo a los puntos especiales. Es otro tipo de turismo. Entonces es como para gente que le gusta estar dentro de la selva, dentro de la sabana, que no tiene problemas con los mosquitos, que no tiene problema con el sol, que está dispuesto a aguantar un poco de sed, un poco de hambre, que su interés principal es como estar dentro de la naturaleza y buscar animales. Y también es para gente muy paciente, porque el turismo de naturaleza es una cosa de esperar, de estar en silencio, de no estar con afán, de no hacer ruido. Y lo que queremos en el fondo de todo corazón, es demostrarle a toda la gente que viene que hay una forma de hacer economía y hay una forma de generar dinero cuidando el planeta y estando en simbiosis con la naturaleza”, detalla el guía. 

    En la reserva se puede observar al Chigüiro o Capibara gigante, el mayor roedor del mundo. Pero también cocodrilos, caimanes, jaguares, pumas, ibis escarlatas o anacondas gigantes. En promedio, 1.000 turistas vienen cada año a observar. Esta reserva privada fue creada hace 24 años. Al principio, organizaban solo 3 safaris por año. Hoy, reciben hasta 30 personas al mismo tiempo. 

    “Toda nuestra actividad económica va guiada a la conservación. Entonces tenemos una actividad que no utiliza agroquímicos porque no cultivamos alimentos, compramos, compramos fincas pequeñas que sabemos que no utilizan agroquímicos y no son grandes cultivos. Tratamos de eliminar el uso de plástico todo lo que podamos, porque el plástico utiliza mucho petróleo y mucho gas. Y aunque es difícil para nosotros por ahora porque nuestros carros todavía usan ACPM y gasolina, tratamos de disminuir eso. Por ejemplo, la electricidad es de paneles solares.” 

    La hora del almuerzo permite compartir experiencias. Anthony Phlipponneau es parisino y es la primera vez que hago un safari en Colombia. “Estoy muy agradablemente sorprendido con los paisajes, la concentración de animales y la diversidad en la reserva. Todo esto me encanta. La gente es, como en toda Colombia, encantadora. Después, como muchas veces en Colombia, las instalaciones deben ser mejoradas. No estamos cómodos cuando no estamos haciendo una actividad. La zona social está bajo un techo de láminas de acero”. 

    Jorge Chiquillo se preparó para las condiciones del safari, que pueden ser duras. No está decepcionado. “Para mí está bien porque sabemos que viene uno a la aventura. Hay que improvisar como sea.  Sabíamos cómo a qué veníamos. Tratan de no contaminar, de no tener turismo masivo. Es un turismo selectivo y me parece que están haciendo una buena labor en términos de conservar la naturaleza, el jaguar, de conservar todas esas especies que están en vía de extinción o en peligro”.

    En la región de Casanare hay más de 100 reservas naturales. Así que las autoridades están apostando por la expansión de este tipo de turismo de naturaleza para generar nuevas entradas financieras, y así, de pronto, no depender de la explotación petrolera. 

     Esta región es una de las mayores productoras de petróleo. Las exportaciones de Colombia representan 800.000 barriles de crudo por día. 

    ¿Podemos imaginar que el ecoturismo reemplace a la explotación petrolera? 

    Para responder a esta pregunta, hay que ir a Trinidad, la primera ciudad de la región que acogió una compañía petrolera en la década de 1980. Allí encontramos a un ex empleado de una plataforma de perforación, Ricardo Arévalo Rios  “En esa época para uno era un privilegio porque eran compañías norteamericanas. Entonces pues el sueldo era muy bueno en esa época y todo mundo quería ir a trabajar, que en esa época no había control de nada”. 

    Ricardo decidió cambiar de oficio. Ahora trabaja en la reserva natural. Pero sigue las manifestaciones de los habitantes contra las compañías petroleras. Tienen dos propósitos: en primer lugar, reclamar las compensaciones financieras previstas por la ley para las comunidades locales. Y en segundo, denunciar el impacto sobre el medio ambiente, especialmente la contaminación del agua. En 2010, una manifestación tuvo un giro violento.  

    En la ciudad de Paz de Ariporo, a una hora de Trinidad, la contribución de la explotación petrolera es visible. Las carreteras están en muy buen estado, lo que no es el caso en otras aldeas rurales de Colombia. Alejandro López es diputado de la región de Casanare, él participó a menudo en manifestaciones para apoyar a los ganaderos y a los habitantes. Una de las compañías, Perenco, un operador anglo-francés que produce 21.000 barriles de petróleo por día, fue condenado a pagar una multa de unos 160.000 dólares por contaminación del agua.

     “Los oleoductos de Parenco es una infraestructura muy antigua desde el año 85. Muchos de sus oleoductos son subterráneos. Esa tubería sufre de fugas de crudo que causa contaminación en los diferentes campos”. La ley es muy laxa. Se dice que hay planes de beneficio a las comunidades como una política de responsabilidad social empresarial de la industria, donde de manera directa desarrolle su actividad. Es decir, tiene que dejar algo a las comunidades, pero se dejó que fuera concertación voluntaria de parte y parte”, explica el diputado.  

    En enero de 2023, el presidente Gustavo Petro, el primero de izquierda de la historia colombiana, anunció que su gobierno no firmaría más contratos de exploración petrolera. Era una promesa de campaña, hecha en junio de 2022. Para el diputado del Casanare Alejandro López, la diversificación de las actividades, como el turismo o la agricultura, puede cambiar la situación y permitir una salida del petróleo. 

    “Es una ventaja comparativa frente a cualquier región del mundo y es muy apetecida. Ha venido creciendo, ha venido en ascenso y ese es uno de los de los, digamos, sectores que vamos a potencializar como líderes políticos. Hay que mejorar para que el turista pueda llegar, pueda disfrutar de nuestra riqueza. Si diversificamos nuestra economía no vamos a ser tan dependientes de la renta directa del petróleo y la indirecta. No hemos avanzado, yo creo que ese camino lo tomamos hace cerca de diez años para tener un turismo de naturaleza de avistamiento que era importante para la región y que era un generador de un motor que mejoraría nuestra economía. Entonces yo creo que vamos bien, pero hay que trabajar más”, concluye el diputado Alejandro Lopez. 

    Hasta la fecha, Colombia dispone de reservas de petróleo por 18 años. Por el momento, el turismo en Colombia representa casi 7.600 millones de dólares, frente a los 32.000 millones dedicados a la explotación de hidrocarburos.

    1 July 2024, 11:00 am
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