Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.
(Día Mundial sin Alcohol)
Era todo un monumento, pero un monumento vivo, hecho de seres humanos. No era un monumento de mármol, ni de piedra, ni de bronce ni de hierro; era de carne y hueso.
El escultor, oriundo de México, conocido sólo como don Pedro, había colocado a diferentes artistas en poses representativas, formando así su monumento. No pretendía darles perpetuidad, al modo de una estatua de mármol, pero sí procuraba dar un mensaje elocuente con un significado profundo.
Por lo general, un monumento presenta a personajes de gran renombre y heroísmo. Pero éste presentaba a varias personas en diferentes estados de embriaguez. Unas estaban caídas; otras, recostadas contra paredes; otras, abrazadas a un árbol; otras, tiradas en cunetas. De ahí que a su obra el artista le puso por título: «Caídos en cumplimiento del beber.»
En realidad, «Caídos en cumplimiento del beber» es una parodia de otro monumento, serio y digno, titulado: «Caídos en cumplimiento del deber.» Una sola letra intercambiada marca la diferencia entre «beber» y «deber». Pero esa simple letra cambia totalmente el sentido.
Muchos nobles servidores de la sociedad, en cumplimiento del deber, caen en el campo de batalla y derraman su sangre por defender a su patria. A éstos se les reconoce públicamente con medallas y honores, y reciben la admiración de los demás. En cambio, otros, en cumplimiento del beber, caen al suelo y derraman su vómito por ingerir demasiado licor, cerveza o vino. Éstos son una vergüenza pública y reciben el menosprecio de los demás.
No obstante, hay muchas personas inteligentes y cultas que, por diversas razones, se dan a la bebida. Naufragan, con toda su inteligencia, en un lago de alcohol y sufren, a veces para siempre, la miseria del aturdimiento y del dolor moral. Hacen caso omiso de las advertencias que contiene el libro de los Proverbios. Una de ellas forma parte de «Los treinta dichos de los sabios». «No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza —nos advierte—; porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora.»1
Es rara la persona que no se da cuenta de su esclavitud al alcohol. Pero también es rara la persona que lo admite ante los demás. Todo el que quiere puede ser librado de esa serpiente venenosa. Porque Jesucristo, el Hijo de Dios, no sólo tiene el deseo de sacarnos de la prisión en la que nos encontramos, sino también el poder para librarnos. Si aceptamos la ayuda que Cristo nos ofrece, podremos cambiar el vicio por la vida, el fracaso por el triunfo, la perdición por la salvación y la ruina terrenal por la gloria eterna.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:
«Mi esposa me fue infiel por casi un año. Después de ocho años de matrimonio, decidí separarme de ella, ya que, a pesar de que la perdoné, nunca quiso cambiar. Siguió su relación con ese hombre.
»Actualmente no tengo pareja, pero quisiera volver a casarme. Vivo con mis dos hijas de nueve y doce años.... Quisiera saber si le estaría fallando a Dios si volviera a casarme. Aclaro que yo no le fui infiel nunca a ella.»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimado amigo:
»Sentimos mucho que su esposa le haya sido infiel. Sabemos que tanto usted como sus hijas han sufrido a causa de la desintegración de su familia.
»Creemos que usted debe darle prioridad a lo que más les conviene a sus hijas. Han sido abandonadas por la mamá, así que necesitan que usted sea una presencia constante y estable en la vida de ellas. Si usted intenta dividir el afecto que siente por ellas y el que llegara a sentir por alguna nueva mujer en la que se interese sentimentalmente, sus hijas probablemente van a sentir que han perdido no sólo a la madre sino también al padre con el que pueden contar.
»Mis padres se divorciaron cuando yo tenía diez años. Mis hermanos menores y yo nos quedamos con nuestra mamá, pero ella no estaba conforme sin un hombre en su vida. Así que comenzó a salir y a dejarnos solos en la casa. Ella aún nos amaba, pero todas sus energías estaban dirigidas en buscar una relación sentimental. De modo que yo tuve que cuidar a mis hermanos.
»Yo me opuse firmemente a que mi mamá llevara a un nuevo hombre a nuestro hogar. Sentía que tenía que proteger a mis hermanos y que incluso necesitaba proteger a mi mamá. Pero a pesar de mis sentimientos, ella volvió a casarse, y el resto de mi niñez fue más turbulenta que lo que había sido antes. Fue una lucha constante de “nosotros contra él”. El tener a un padrastro no era en absoluto nada bueno.
»Un padrastro o una madrastra puede ser la persona más cariñosa y amorosa, y aun así no ser aceptada por los hijastros. Los hijos ya tienen sus propias heridas y dificultades, y no es justo que una nueva persona tenga que afrontar una situación plagada de angustia. Ni es justo que una nueva relación matrimonial se vea sometida a tanta tensión.
»No estamos diciendo que sería pecado que volviera a casarse. Según la enseñanza de Jesucristo, la infidelidad de su esposa lo libera de los votos que usted le hizo.1 Pero eso no significa que lo que más le conviene es volver a casarse.... Nosotros creemos que usted debe canalizar toda su energía y su afecto en sus hijas, y aplazar cualquier relación sentimental hasta cuando ellas sean mayores.»
Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 816.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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El 10 de septiembre de 2001, un día antes del ataque terrorista contra las torres gemelas de Nueva York, Félix Sánchez presentó su renuncia. Corredor de bolsa de la agencia Merril Lynch, que tenía sus oficinas en aquellas impresionantes torres, Sánchez tenía talento como asesor de finanzas. El día siguiente, pocas horas después de haber desocupado su escritorio y de haberse despedido de sus compañeros de trabajo, parecía tener además muchísima suerte. Su decisión oportuna lo había salvado de la horrible muerte inesperada que sufrieron sus colegas.
Pero la suerte no habría de acompañarlo más que dos meses contados. Porque el día 12 de noviembre Félix Sánchez tomaría la desafortunada decisión de abordar el aerobús de American Airlines, vuelo 587, que no llegó a su destino en Santo Domingo sino que se estrelló en un barrio residencial de Nueva York poco después de despegar. Y Sánchez estaría entre los 265 que perecieron, entre ellos 174 dominicanos compatriotas suyos.
De apenas veintinueve años de edad, Sánchez había soñado con tener su propia agencia deportiva. Por eso volaba a su patria aquel lunes, para reunirse con futuros clientes en su nueva carrera como asesor de finanzas de beisbolistas dominicanos. Ya se había ganado la confianza de ciertos jugadores de renombre. Esperaba poder ayudar a sus paisanos a invertir con prudencia su dinero.
«Después de lo de las Torres Gemelas, él tenía una nueva perspectiva de la vida —contó su amigo Sid Wilson—. La última vez que nos vimos, él estaba muy entusiasmado. ¡No lo puedo creer!»
Para muchas personas, lo más increíble del caso de Félix Sánchez es que, habiendo tenido tan buena suerte el 11 de septiembre, la haya tenido tan mala el 12 de noviembre. Pero, a fin de cuentas, ¿es la suerte lo que determina el desenlace de nuestra vida?
De Moisés, que sacó del cautiverio en Egipto a su pueblo Israel, pudo haberse dicho acerca de su infancia: «¡Qué suerte tuvo! ¡La princesa, hija del mismo faraón que había condenado a muerte a todos los niños hebreos que nacieran, lo sacó del río Nilo, salvándolo de la muerte!» Pero pudo haberse dicho lo contrario acerca de Moisés cuando ya era mayor de edad: «¡Qué mala suerte tuvo! Lo delató un hebreo de su propia sangre por haber matado a un egipcio que golpeaba a otro hebreo hermano de los dos. ¡Y por eso el faraón, que lo había tratado como su propio nieto, intentó matarlo!» De ahí en adelante vemos a Moisés, si mantenemos esa línea, una vez con mucha suerte, otra sin suerte alguna, hasta el día antes de su muerte, en que recibe la trágica noticia de que en esta vida no habrá de ver la tierra prometida a la que ha guiado a su pueblo a través del desierto durante cuarenta largos años.
Lo cierto es que en el caso de Moisés no era suerte, como tampoco lo fue en el caso de Félix Sánchez, sino la consecuencia de sus decisiones en combinación con las de los demás. Lo único que podemos aprender de tales casos es a tomar las decisiones más acertadas posibles, y a encomendarnos a Dios, a fin de que, pase lo que pase, estemos preparados, como Moisés, para ver la tierra prometida en la vida venidera.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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Por lo general, padre y madre viajan juntos cuando llevan consigo a sus hijos menores. Si viajan separados, es para sacarle partido a alguna circunstancia de la vida. No les cruza por la mente que, a la inversa de lo que ocurre normalmente, la vida misma pudiera sacarle partido a la circunstancia.
Eso fue lo que sucedió en la vida de dos familias diferentes, ambas residentes en Nueva York, que tenían como destino la República Dominicana. Los miembros de las dos familias que viajaron el lunes 12 de noviembre de 2001 en el vuelo 587 de American Airlines no llegaron. Los miembros restantes, que no hicieron el viaje ese día, no pudieron menos que preguntarle a Dios por qué había permitido que ellos se salvaran y que sus seres más queridos perecieran. Aquel trágico vuelo dejó como saldo 265 muertos en el barrio residencial de Nueva York donde se estrelló el avión, entre ellos 175 dominicanos.
El padre de una de las dos familias era Roberto Despradel, guardia de seguridad en un club nocturno de Nueva York. Viajó acompañado de sus dos hijos varones, de uno y cuatro años de edad, mientras que su esposa, Ilsa Beauchamps, se quedó en casa con la hija de seis años. Despradel sólo quería pasar una semana en la República Dominicana con sus padres, para que ellos pudieran conocer a los nietecitos.
La madre de la otra familia era Norma Lilian Valoy Fajardo, hija del popular merenguero Cuco Valoy. Ella viajó en compañía de sus dos hijos varones de ocho y quince años y de su hija de once, mientras que su esposo se quedó en casa solo. Él iba a viajar posteriormente a fin de pasar la Navidad con su familia.
¿Cómo iban a saber la esposa de Roberto Despradel y el esposo de Norma Lilian Valoy Fajardo que ese fatídico vuelo los dejaría a ambos viudos y, por si eso fuera poco, huérfanos de sus hijos varones? Y la hija de Roberto Despradel, la única de las dos niñas que se salvó por no haber viajado, ¿a qué o a quién habrá atribuido el haberse salvado: al destino o a Dios?
Al margen de lo que haya pensado aquella niña cuando tenía sólo seis años, lo cierto es que tanto ella como su pobre madre, como también el yerno de Cuco Valoy y los demás que aún estamos con vida a pesar de la infinidad de tragedias y circunstancias que pudieran haber acabado con nuestra efímera existencia, todos estamos sólo de paso por esta tierra. Lo que nos espera no es pasar apenas una semana en la República Dominicana o pasar las fiestas de Navidad con nuestra familia, sino pasar toda una eternidad con Dios el Padre celestial, nuestro Padre de familia, y con su Hijo Jesucristo, y no en esta tierra sino en el hogar que nos ha preparado en el cielo. Pero todo depende de que nosotros, a nuestra vez, nos hayamos preparado conforme a lo que Dios ha dispuesto para cada uno, haciéndonos hijos adoptivos suyos y hermanos de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. De hacerlo así, todos los miembros de la familia, tanto la terrenal como la celestial, estaremos juntos por la eternidad.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:
«Hace un año [mi esposo] abandonó el hogar por otra mujer.... No le [importaron] los veintinueve años de matrimonio que teníamos juntos, ni los hijos ni el nieto.... Vivimos veinte años al lado de mi suegra en un rancho de madera para ahorrar para tener un futuro mejor, y ahora es otra la que está disfrutando de todos mis sacrificios y mis sueños. ¿Acaso eso es justo?
»Creo que no lo merezco. Yo sacrifiqué todo por mi familia. Nunca estudié una carrera, no realicé mis sueños, entregué mi vida en mi hogar, y ahora me siento vacía, como si nada valiera la pena en esta vida, porque [los hombres] son tan egoístas y no piensan en todo el dolor que causan en la familia.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»¡Lamentamos mucho la agonía que usted ha estado sufriendo! Pero le aseguramos que usted no es la única que sufre por eso. Tristemente hay muchas mujeres que oirán su caso y se identificarán plenamente con usted por haberlo experimentado ellas mismas. Por supuesto, también hay hombres que han sido traicionados por la esposa, pero eso sucede con menos frecuencia.
»¿Por qué será que hay tantos cónyuges egoístas que causan dolor a la familia? Desde luego, cada caso es algo diferente, pero la respuesta que se aplica a todos los casos proviene de las palabras de Jesucristo. Él dijo: “Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios.”1 Según esas palabras de Jesús, la tendencia a pecar y a hacerlo de tal modo que hiere a los demás es parte de la naturaleza humana.
»Entonces ¿por qué hay hombres que no cometen adulterio?... Porque Dios nos creó con libre albedrío, es decir, con la capacidad de escoger entre el bien y el mal, ayudar o perjudicar, amar o rechazar a los demás. Los psicólogos pudieran alegar que la respuesta consiste en que cada persona procede conforme a una combinación de su herencia genética y su medio ambiente. La herencia proviene del ADN, o de los genes, de la persona, que le han transmitido sus padres biológicos. El medio ambiente abarca todas las experiencias de su vida. Sin embargo, si bien la herencia genética y el medio ambiente tienen mucho que ver con que una persona opte por hacer el bien o el mal, el Espíritu de Dios siempre está presente, motivando a que se tomen buenas decisiones a pesar de ambientes inapropiados y de una herencia genética inclinada al mal....
»El enojo y la indignación que usted siente se justifican. Fue injusto que su esposo le hiciera esto. Usted no merece el trato que ha recibido. Sin embargo, en vez de dejar que su enojo la convierta en una mujer amargada, usted ahora tiene que dejar que esa indignación la motive a cambiar su vida. Usted tiene hijos y un nieto que la necesitan y que están aprendiendo del ejemplo que usted les da....
»¡Le deseamos un porvenir dichoso!
»Linda y Carlos Rey.»
El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa el enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego el enlace que dice: «Caso 110».
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:
«Hace cuatro años mentí sobre la paternidad de mi hija. Tuve una pareja, y le fui infiel con un hombre a quien quise mucho.... Hace tres semanas, por medio de una prueba de ADN, salió a la luz la verdad en cuanto a la identidad del padre biológico. Todavía él no le ha contado a su familia acerca de la situación. Mientras tanto, mi expareja se afectó mucho emocionalmente por la noticia, y yo me he sentido mal por el daño tan inmenso e irreparable que le hice a mi hija.»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimada amiga:
»... Damos por sentado que el exnovio al que se refiere es el hombre que, hasta hace poco, creía que era el padre biológico de la niña, y que así como a él lo afectó mucho enterarse de que la niña no tiene ningún vínculo biológico con él, también ella quedaría muy afectada emocionalmente si él fuera arrebatado de su vida. El parentesco biológico es importante, pero las relaciones entre familia tienen aún más importancia. Si hay un vínculo de amor entre su exnovio y su hija, entonces no hay prueba alguna de ADN que deba cambiarlo.
»Su exnovio naturalmente se siente engañado y herido, pero eso no debe afectar a la niña. Le aconsejamos que siga fomentando la relación entre ellos dos. Si él se viera forzado a dejar de verla, es probable que ella posteriormente sintiera que la había abandonado, y esos sentimientos pudieran hacer que fuera más susceptible a problemas emocionales en el futuro. No trate de reemplazarlo a él, que es el padre que ella siempre ha conocido como tal, con el padre biológico. Ese hombre puede llegar a formar parte de la vida de ella poco a poco, pero como una persona adicional y no como reemplazo. Algún día, cuando ella sea mucho mayor, puede explicársele por qué tiene dos padres. Pero por ahora es demasiado pequeña para comprender nada de eso....
»Este caso nos recuerda el de un padre en la Biblia que no era el padre biológico de su hijo. Aquel padre amaba a su hijo igual que si hubiera tenido ese vínculo biológico con él. Es más, no le importaba en absoluto esa falta de un vínculo biológico con el hijo.
»El nombre de aquel padre era José, y su hijo legal era Jesucristo. Pero el padre biológico de Cristo era Dios mismo, quien había hecho de forma milagrosa que la joven, llamada María, quedara embarazada aun cuando todavía era virgen.
»Era necesario que Dios fuera el Padre biológico de Cristo para que Cristo pudiera ser un auténtico miembro tanto de la familia de Dios como de la familia humana. Siendo hijo de José a la vez que Hijo de Dios, Jesucristo jamás pecó. Eso es importante porque, para pagar el castigo por los pecados que usted y nosotros hemos cometido, también era necesario que Él fuera un sacrificio sin pecado.»
Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 696.
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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—No tomes esa foto —advirtió Lawrence Collier—; es peligroso.
Lawrence, un joven australiano, conocía esa reserva y conocía la ferocidad de las fieras.
—Pero son leones mansos y, además, está permitido —le contestó la muchacha, despreocupada.
La joven, Judith Damien, también australiana, era amiga de Lawrence. Se habían conocido en Australia, y había un interés más que de amigos entre ellos. Los dos habían ido como turistas a la reserva de Masai Mara en Nairobi, Kenia.
La joven preparó su cámara, e iba acercándose a una de las fieras cuando, de repente, los leones se abalanzaron sobre ella. Todo ocurrió en un instante.
Lawrence, que vio todo desde el vehículo, saltó en medio e interpuso su cuerpo entre ella y los leones. La pareja de felinos hizo presa de él, matándolo en el acto. Judith, aterrorizada, logró ponerse a salvo a pesar de estar herida.
Esa tarde, de vuelta al campamento, Judith dijo: «Él puso su vida por la mía. Nunca me dijo claramente que me amaba. Ahora sí sé que de veras me amaba.»
No hay como una tragedia para revelar quiénes son nuestros verdaderos amigos. El dolor, la agonía, la calamidad, revelan quiénes son las personas que de veras nos estiman. La calamidad ahuyenta a los distantes, pero acerca a los que nos aprecian. Es una especie de ley muda pero cierta. La tragedia, el accidente, la enfermedad, la muerte de un ser querido, tienen su manera de atraer a nuestro lado aquellos que son, de veras, nuestros amigos.
Esto nos lleva a hacer la pregunta: ¿Cuánto amor tuvo que tener Jesucristo para impulsarlo a entregar su vida en la cruz por nosotros, el género humano? Cristo mismo da la respuesta: «Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos» (Juan 15:13).
Todo amor se prueba con los hechos. Palabritas dulces las hay a montones, y el infame seductor sabe usarlas bien. Pero una cosa es el amor genuino, y otra, los hechos que lo comprueban.
Jesús expuso y dio ejemplo de la doctrina del amor verdadero. Él mismo, por amor, dio su vida por nosotros. Su amor fue perfecto, y se materializó en un sacrificio perfecto.
Jesús probó su amor hacia nosotros tomando nuestro lugar en la cruz. ¿Qué podemos nosotros darle a Él? Podemos corresponder a su amor. Podemos decirle: «Gracias, Señor, por lo que hiciste por mí. Mi vida es tuya para siempre.»
Hermano Pablo
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