Cuando la fe busca comprender, nace la Teología. Este podcast aspira a poner esta antigua tradición de pensamiento en diálogo con los hombres y mujeres de hoy. A través de episodios semanales de unos 20 minutos, iremos adentrándonos en la fascinante campo de la reflexión cristiana acerca de Dios.
En este último episodio de la temporada, comentamos el último artículo del Credo, que apunta hacia el destino de nuestra vida, el de cada uno de nosotros y el de toda la humanidad: la resurrección y la vida eterna.
Los dos últimos artículos del Credo están entrelazados: «Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados» y «Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro». Hoy vamos a explicar esta conexión con la ayuda de la imagen de los dos árboles del Jardín de Edén: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y el mal. En la segunda parte del episodio comentaremos más en detalle la frase «Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados» y dejaremos el último artículo del Credo para la semana siguiente.
Comentamos las cuatro «notas» de la Iglesia y reflexionamos sobre su carácter paradójico.
Los cristianos no creemos en la Iglesia en el mismo sentido en que creemos en el Dios trino. No ponemos nuestra confianza en la Iglesia como la ponemos en el Padre, el Hijo y el Espíritu. Ella no es el destinatario de nuestra confianza sino el ámbito que la hace posible. La Iglesia es Templo del Espíritu, Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios.
«Filioque» significa en latín «y del Hijo». Mientras que la Iglesia católica afirma que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, las iglesias de la Ortodoxia afirman que solo procede del Padre. Esta sutil pero espinosa cuestión ha servido de excusa para mantener divididas ambas iglesias durante un milenio.
El Concilio de Constantinopla reflexionó sobre la divinidad del Espíritu Santo y añadió al Credo estas frases: «[Creo en el Espíritu Santo], Señor y dador de vida, que procede del Padre. Que con el Parde y el Hijo recibe la misma adoración y gloria y que habló por los profetas». Reflexionaremos sobre estas palabras y también sobre lo que el Espíritu puede estar pidiéndonos en nuestros días.
En la Biblia, el Espíritu es el soplo de Dios que da vida. En este primer episodio sobre el último tercio del Credo, comentamos el testimonio que la Biblia da sobre el Espíritu Santo.
En este último episodio dedicado al segundo tercio del Credo -el consagrado a Jesucristo- se nombran los hitos fundamentales de su vida. El mismo Jesús que vivió en Galilea y que fue condenado a muerte por Poncio Pilato, esa misma persona, reinará sobre todo lo Creado en un reinado sin fin.
El Credo niceno afirma que el Hijo de Dios «se encarnó de María, la Virgen». La fe en la concepción virginal de Jesús en el seno de María se remonta a los orígenes del cristianismo y fue aceptada sin problemas por los cristianos hasta el siglo XVIII, la época de la Ilustración. Desde entonces se ha vuelto más problemática.
El Credo niceno afirma que tanto la encarnación como la muerte en cruz acontecieron "por nuestra salvación". Esta insistencia en la salvación muestra que los debates cristológicos de los primeros concilios no estuvieron motivadas por un prurito intelectual meramente teórico, sino por el deseo de dar fundamento a la salvación cristiana
<p>Una cuestión que no se plantearon los padres de la Iglesia se ha convertido en los últimos dos siglos, en el tema estrella de la reflexión acerca de Jesús: su autoconciencia. ¿Qué pensaba Jesús de sí mismo? ¿Por quién se tenía? O, por dar un titular más periodístico: ¿Se creía Jesús Dios?
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